Tribuna:

FELICIANO FIDALGO Puerto Banús: pueblo llano

La fama fue y es hermana de gigantes...".Un paparazzi profesional, Lalo Álvarez, experto en Marbella y en Puerto Banús, nos recomendó: "A la caída de la tarde hay que estar en Sinatra, y ya está todo". Nos hemos situado en Sinatra-Bar, que tal dice Fa razón social precisa. Sólo cinco mesas coquetas, abarrotadas, amueblan la terraza; nos apostamos en la barra, menguada, coqueta igualmente, en forma de ángulo; el camarero no da más de sí y no nos advierte. Sinatra se ubica justo pegadito al acceso más principal de Puerto Banús. Ya son las 20.00 horas: pasa un joven airoso con su aparato f...

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La fama fue y es hermana de gigantes...".Un paparazzi profesional, Lalo Álvarez, experto en Marbella y en Puerto Banús, nos recomendó: "A la caída de la tarde hay que estar en Sinatra, y ya está todo". Nos hemos situado en Sinatra-Bar, que tal dice Fa razón social precisa. Sólo cinco mesas coquetas, abarrotadas, amueblan la terraza; nos apostamos en la barra, menguada, coqueta igualmente, en forma de ángulo; el camarero no da más de sí y no nos advierte. Sinatra se ubica justo pegadito al acceso más principal de Puerto Banús. Ya son las 20.00 horas: pasa un joven airoso con su aparato fotográfico apuntando: ¿vendrá un famoso? ¡Primera emoción! El muelle es estrecho, entre la retahíla de bares de copas y pizzerías, y el universo de yates. Los coches circulan como si pisaran huevos y los actores veraneantes del puerto, igual. Un Mercedes azul se desliza ante nuestras narices casi; el conductor, rubio, solo, es observado, no se inmuta, reojea con oficio. Una rubia imponente, a punto, estilizada por minifalda negra, esconde sus ojos con gafas de sol, su hombre la enlaza, los dos miran al frente, tiesos. Un todoterreno con matrícula sevillana rueda como si no rodara; la gente regatea el poderío de los automóviles con saber y con amor. Un señor solo, con pinta de encargado de gasolinera, o cosa así, monta sus gemelos para adivinar algo a lo lejos... ¿Qué? Mujer bella y hombre muy atildado circulan en BMV; el conductor diríase ordinario por su falta de calidad de reojeo. Aviso; un camarero al que inquirimos nos ilustra sobre el futuro inmediato: "En estos momentos los famosos ya han dejado la playa y están duchándose y cambiándose en sus residencias; la cena y el paseo de verdad comienza a las 21.30".

Decisión: nos parece oportuno tomar algo antes de la hora de la verdad. Son las 20.40. Caminamos muelle adelante. Nos ofrecemos un tentempié en Restaurante Antonio, en la misma mesa que, hace dos décadas, año arriba año abajo, nos sirvió de observatorio, a cinco o seis metros, de la escena más chismorreada en toda España por los españoles que se enteraron de lo aquí ocurrido: el marqués de Villaverde, Cristóbal Bordiú, por meterse en casa ajena, léase por provocar con todos sus ojos a unas sensacionales señoritas nórdicas vecinas suyas de mesa, fue víctima de un bofetón estruendoso que pudo sacarle cual obús por las cristaleras colindantes. Un testigo presencia! rememora esta noche: "Es que además de ser el yerno iba por la vida de guaperas, y no vea usted el sopapo que le metió el tío aquél"., En este instante pasa por el muelle un tren de juguete cargado de niños. Adivinamos al fondo el barco más enorme; es un yate o un barco de guerra, que lo parece, y según noticias es de un médico de Arabia Saudí. Son las 21.45; un múchacho con mucho bíceps y tríceps monta una moto de 2.000 caballos por lo menos. Ya estamos de nuevo en Sinatra: un padre, seguro, pasea a su runa chiquitina en jarras; gente, señores y señoras gordinflones, unos con guayaberas a lo Gil y Gil y otros con camisas floreadas; los pechos de las mujeres, ajustadísimos, resaltan tanto como los ojos inciertos de los varones. ¡Alerta!: se arremolina la gente, ¿llega alguien?... El de la moto pasa otra vez, reojeando. Un paparazzi carga con sus atributos profesionales, camina ligero: ¿ocurrirá algo? Una señorita no cabe en su vestido minifialdesco; su hombre, para que se sepa, le palmea el trasero. ¡Por fin!: tenemos asiento en primera línea de Sinatra-Bar. Revolotean las gaviotas. Un señor aburrido se arrastra. Un caballero conduce un Mercedes 500, reojea a todo trapo e intenta no matar al prójimo; son las 22.50; la procesión de curiosos veraneantes es enjambre casi. Un Mercedes blanco pasa, pero la turba nos impide ver: ¿sería un famoso? Se chupan y lamen helados sin. duelo. Son las 23.00 horas; los famosos cenan aún, seguro. Son las 23.15. El paseo se abigarra más, todo es pueblo llano. Todos miran con mil ojos o se dejan mirar con dos, mil... Y nosotros, como se suele oír, ponemos pies en polvorosa camino de las cosas de la vida, del amor y de la pasión.

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