"Creía que antes de las ocho la gente dormía"

La selección española fue recibida en el aeropuerto de Barajas por más de 300 hinchas

"Pero ¿que pasa aquí? proclamó sorprendido José Luis Pérez Caminero. "Yo creía que antes de las ocho de la mañana toda la gente que no trabaja dormía". Más de trescientas personas se dieron cita ayer en el aeropuerto de Barajas antes de las 7.30. El vuelo 6.250 de Iberia devolvió desde Nueva York hasta Madrid a la selección española. Su aventura americana había concluido.Con las primeras luces del día, la sala de llegadas internacionales se fue llenando. Había caras de sueño: unos habían madrugado, otros ni tan siquiera se acostaron. En el rostro de los expedicionarios se reflejaba también la ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Pero ¿que pasa aquí? proclamó sorprendido José Luis Pérez Caminero. "Yo creía que antes de las ocho de la mañana toda la gente que no trabaja dormía". Más de trescientas personas se dieron cita ayer en el aeropuerto de Barajas antes de las 7.30. El vuelo 6.250 de Iberia devolvió desde Nueva York hasta Madrid a la selección española. Su aventura americana había concluido.Con las primeras luces del día, la sala de llegadas internacionales se fue llenando. Había caras de sueño: unos habían madrugado, otros ni tan siquiera se acostaron. En el rostro de los expedicionarios se reflejaba también la huella del cansancio. El largo viaje y la desilusión por la eliminación se hacían notar. El vuelo había sido agradable. A bordo hubo, como siempre, las bromas de rigor y unos minutos para la tertulia, en la que tomaron parte la infanta Cristina y su prima Simoneta Gómez Acebo, que viajaron de regreso en el mismo avión, acompañadas por el ministro de Educación, Gustavo Suárez Pertierra.

Caminero, Luis Enrique y Cañizares fueron las estrellas del recibimiento. Quizá porque jugaban en casa. Su nombre sonó más fuerte que otros cuando la puerta de la sala de llegadas se abrió. La aparición, uno a uno, de cada futbolista fue coreada sin cesar. Banderas y pancartas alusivas daban la nota de color.

"Es increíble este recibimiento", repetía Fernando Hierro, "está claro que la afición se ha identificado con nosotros". Hierro dejó el aeropuerto con rapidez, deseoso de encontrarse con su esposa, que será madre de un momento a otro.

El gesto serio correspondía a Luis Enrique: ni los gritos de ánimo ni la masiva petición de autógrafos de sus admiradores borraron su preocupación. Parapetado en un aparatoso vendaje, fue recibido por Manuel Fernández Trigo, gerente del Real Madrid. Desde el aeropuerto, el madridista fue trasladado hasta una clínica para determinar el alcance de su lesión. Allí se supo que no tendrá que pasar por el quirófano. Así que se marchará unos días a su casa, en Gijón.

Las maletas volvían llenas. Sombreros estilo western era la prenda de recuerdo preferida. Los cambiaron por las perillas.

"Y Clemente, ¿dónde está?", se preguntaba ansioso un aficionado dispuesto a explicar al seleccionador todo lo que había hecho mal en el Mundial. Pero Clemente no apareció. Circularon rumores de todo tipo. La versión oficial fue que el seleccionador, Julen Guerrero, Andoni Zubizarreta y sus respectivas familias acudieron desde la zona de tránsitos hasta un avión camino de Bilbao. "Es que no se atreve a salir hasta aquí", insistía el aficionado respondón.

Felipe Miñambres, Miguel Angel Nadal y Aitor Begiristáin no acompañaron a la expedición. Optaron por quedarse con sus esposas en Estados Unidos y hacer turismo. Una de las visitas programadas era Disneylandia. Hasta allí no llegará el eco de un Mundial que para ellos ya ha acabado.

Sobre la firma

Archivado En