TOUR 94

Induráin, siempre en guardia

Miguel Induráin no necesita vestirse de amarillo para hacerse omnipresente en cabeza de pelotón. Es fácil distinguir cada día su imagen sobresaliendo de las demás, tocada con una gorra, en cuanto la carrera se estira, porque está atento como nadie a todas las maniobras que se producen. Los corredores empiezan a asombrarse de su estado de forma. De "impresionante" lo califica Pascal Hervé (Festina), Armand de las Cuevas (Castorama) dice que Induráin "no tiene más obsesión que la de demostrar que el es el jefe" y Pascal Lino (Festina) lo ve mejor que Rominger.La razón que da Induráin para estar ...

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Miguel Induráin no necesita vestirse de amarillo para hacerse omnipresente en cabeza de pelotón. Es fácil distinguir cada día su imagen sobresaliendo de las demás, tocada con una gorra, en cuanto la carrera se estira, porque está atento como nadie a todas las maniobras que se producen. Los corredores empiezan a asombrarse de su estado de forma. De "impresionante" lo califica Pascal Hervé (Festina), Armand de las Cuevas (Castorama) dice que Induráin "no tiene más obsesión que la de demostrar que el es el jefe" y Pascal Lino (Festina) lo ve mejor que Rominger.La razón que da Induráin para estar siempre delante es la de que no quiere verse sorprendido por un corte o en una caída, posibilidad ésta que aumenta cuando se rueda más compacto, dentro del pelotón. De momento está demostrando que es verdad, porque todavía no ha aprovechado su privilegiada posición para lanzar un ataque. Puede ser el segundo de la carrera, cuando ésta se lanza, bien ante los intentos de escapada o cuando se prepara el sprint ante la proximidad de la meta, pero jamás el primero. Rominger, mientras, se dedica a seguirle, pero siempre a alguna distancia, secundado por los miembros de su equipo.

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Es ésta gran atención de Induráin en todas las etapas la que ha comenzado a llamar la atención entre los propios corredores. Situarse cada día en las posiciones delanteras supone un esfuerzo extraordinario, no sólo físicamente -atrás, refugiado en el pelotón se pedalea con menor frecuencia e intensidad-, sino que mentalmente se produce un desgaste. No hay momento de descanso, pues la concentración es continua, no sea que el rival aproveche un momento de despiste para forzar un corte en el pelotón. Esta labor agotadora que supone el controlar la carrera ha llevado a muchos grandes corredores a fracasar como líderes, mientras que otros prefieren ocupar la primera posición lo más tarde posible, para no tener la responsabilidad de mantener el orden en cabeza de la carrera.

"Después de su derrota en el Giro, Induráin tiene prisa por volver a ser el mejor, dice su ex compañero De las Cuevas. Pero advierte: "Le veo que está realizando demasiados esfuerzos y eso lo puede pagar más tarde".

Otro corredor francés, Pascal Lino, se atreve a hacer una comparación entre Induráin y Rominger, después de haber visto a los dos rodar en el pelotón: "No se por qué, pero Rominger está ocupando unas posiciones más retrasadas que otras veces. Habitualmente le gusta estar delante, vigilando y controlando, que es lo que está haciendo Induráin. Miguel es al que veo auténticamente impresionante".

Después de seis etapas, el esfuerzo que está realizando Induráin es ligeramente superior al de Rominger, aunque sólo sea por ese mayor trabajo de control que realiza dentro de la carrera. Mientras él se dedica a forzar la pedalada en cuanto hay un acelerón, Rominger se deja arrastrar, engullido por el pelotón.

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