Un hombre enuncia a sus vecinos por el "ruido" que emitían al hacer el amor

El 062 descubrió ayer una forma de contaminación acústica que no se mide en decibelios. Un insomne vecino del distrito Centro llamó a las 6.30 al teléfono de urgencia de la Policía Municipal para denunciar el "ruido" que estaban causando sus vecinos de inmueble al hacer el amor.El hombre, a quien el arrebato de la pareja le quitaba el sueño, quería que los agentes silenciasen de una vez el madrugador repertorio de sonidos -gritos, suspiros, jadeos y el chirriar de la cama- que atravesaba sus paredes e incluso se filtraba por el auricular, como comprobó la Policía Municipal.

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El 062 descubrió ayer una forma de contaminación acústica que no se mide en decibelios. Un insomne vecino del distrito Centro llamó a las 6.30 al teléfono de urgencia de la Policía Municipal para denunciar el "ruido" que estaban causando sus vecinos de inmueble al hacer el amor.El hombre, a quien el arrebato de la pareja le quitaba el sueño, quería que los agentes silenciasen de una vez el madrugador repertorio de sonidos -gritos, suspiros, jadeos y el chirriar de la cama- que atravesaba sus paredes e incluso se filtraba por el auricular, como comprobó la Policía Municipal.

Los agentes, aunque se negaron a acudir al lugar para poner fin a la emisión de "ruido", indicaron al comunican te que podía entrar en contacto con la Junta Municipal de Centro y presentar una reclamación.

Por otra parte, la crónica negra madrileña se engrosó ayer con la entrega al juez de la banda de la calavera, una pareja de atracadores enmascarados que asaltó dos bares e hirió de un disparo a un cliente. Los detenidos, con antecedentes, vivían en Humanes (8.600 habitantes). La policía les capturó al identificar el vehículo empleado en los robos.

El primer atraco sucedió el pasado sábado en la calle de Uruguay, 2. El local estaba cerrado. Dos hombres, con caretas que mostraban el dibujo de una calavera, llamaron a la ventana. Al abrir la puerta, el dueño se vio encañonado por una escopeta. Entregó 30.000 pesetas.

El siguiente robo lo sufrió el pasado lunes el bar Los Herencianos, en calle de Cádiz, 7. En este ocasión, sin embargo, un cliente resultó herido. Le alcanzó una bala del calibre 22. El hombre que apretó el gatillo escondía el rostro tras una calavera.

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