Cartas al director

Héroes en silencio

No sé si existe Dios, pero, si alguna vez me decido a buscarlo, no lo haré ni bajo la cúpula de las catedrales ni en los despachos alfombrados de palacios episcopales o sus equivalentes de otros credos. Iré, eso sí, a admirar el arte y la belleza que esos lugares encierran, pero a Dios no lo buscaré ahí, sino junto a las misioneras y misioneros perdidos en la selva. Perdidos con los más débiles, con los que más sufren; con los que no son rubios ni condes, sino negros y humildes. Ellos no entienden de pelotazos ni corrupciones; ellos son el paradigma del amor a los d...

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No sé si existe Dios, pero, si alguna vez me decido a buscarlo, no lo haré ni bajo la cúpula de las catedrales ni en los despachos alfombrados de palacios episcopales o sus equivalentes de otros credos. Iré, eso sí, a admirar el arte y la belleza que esos lugares encierran, pero a Dios no lo buscaré ahí, sino junto a las misioneras y misioneros perdidos en la selva. Perdidos con los más débiles, con los que más sufren; con los que no son rubios ni condes, sino negros y humildes. Ellos no entienden de pelotazos ni corrupciones; ellos son el paradigma del amor a los demás, la solidaridad y el heroísmo. A vosotras y vosotros, misioneros, cualquiera que sea la forma en que entendéis a Dios, gracias, porque dignificáis al ser humano. Si alguna vez me decido a buscar a Dios, me perderé con vosotros para encontrarlo.-

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