FIESTA EN LEGANÉS

El último zarpazo desata la euforia

El Lega consigue la permanencia en los últimos minutos con goles de Vivar y Alonso

Se mascaba la tragedia. El equipo anda perdido, roto, sin umbo. Miles de orejas pegadas a transistores buscaban la salvación en campo ajeno. El final del partido amenazaba cuando el Leganés se decidió a enseñar sus garras.El delantero madrileño Miguel Ángel recoge un balón en la banda izquierda, se lo da a Luis Ricardo, que avanza unos metros con el cuero cosido a la bota. Vivar se marca un desmarque inteligente y Luis Ricardo se lo regala, torero. El balón queda en tierra de nadie, a mitad de camino entre el delantero pepinero y Falagán, el portero. Pero Vivi hace gala de su potencia y...

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Se mascaba la tragedia. El equipo anda perdido, roto, sin umbo. Miles de orejas pegadas a transistores buscaban la salvación en campo ajeno. El final del partido amenazaba cuando el Leganés se decidió a enseñar sus garras.El delantero madrileño Miguel Ángel recoge un balón en la banda izquierda, se lo da a Luis Ricardo, que avanza unos metros con el cuero cosido a la bota. Vivar se marca un desmarque inteligente y Luis Ricardo se lo regala, torero. El balón queda en tierra de nadie, a mitad de camino entre el delantero pepinero y Falagán, el portero. Pero Vivi hace gala de su potencia y acaricia el balón décimas de segundo antes de que llegue Falagán. El zarpazo, pepinero revuelve las gradas. Leganés bota. El último partido de la temporada tenía que hacer honor a lo que ha sido la trayectoria del Leganés, un equipo que hace recurrentes equilibrios en la cuerda floja, siempre al borde de la tragedia. Cuando la presión acecha, echa mano de la garra y suelta su zarpazo al filo de la campana.

Hasta los minutos finales, esos en los que el rival se relaja y el Lega aprovecha para darle el palo, el equipo pepinero no hizo nada. Fueron ochenta minutos de desencuentro. Los jugadores del Hércules apenas se acercaron a puerta. Si venían a Madrid con alguna esperanza de vencer y esperar un rebote para subir al tren de la promoción, lo disimularon haciendo gala de unas dotes interpretativas sorprendentes.

Mientras tanto, el Lega vivía más pendiente de la radio que del partido. A SuperMario le tocó estar pegado al transistor. El portero suplente informaba a Duque y éste transmitía los resultados del resto de partidos desde la banda para tranquilizar a los suyos. La red de información acababa aenerando remolonería sobre el césped mojado.

En la segunda parte, el Lega prosiguió su cómoda siesta recostado en el colchón que le proporcionaban los malos resultados de sus rivales. Y el Hércules empezó a enseñar sus uñitas.Cuando se anunció el gol del Murcia -a la postre anulado- un escalofrío recorrió el estadio. La sombra del descenso hizo sudar bajo la lluvia. Hasta que llegó el golazo de Vivar, a cinco minutos del final.

El olor de la tragedia

Todo parecía resuelto con el gol de Vivi cuando llega la chiquillería de la tarde. Mesas, en una acción parvularia, intercepta la trayectoria del balón en el área con su mano. El estadio enmudece y los transistores aplastan a su correspondiente oreja. Vuelve el mareante olor de la tragedia. En el tiempo en que Mesas tarda en ver la roja y Paquito en lanzar la pena máxima, el Municipal vuelve a vibrar: el Mallorca ha marcado contra el Murcia. La alegría se torna en euforia cuando Aguilera intuye la trayectoria del balón y logra parar el lanzamiento de penalti.Y no se vayan, aún hay más. En el último minuto de partido, Barba realiza una jugada de mérito sorteando a varios contrarios. Pierde el balón al llegar al área, pero saca la garra y lo recupera. Se la da a Miguel Ángel, que, con un toque divino, deja un balón muerto a tres metros del marco. Alonso llega en carrera y ajusticia al Hércules. El estadio rebosa euforia. Con el Lega hay que aprender a sufrir para después poder paladear el postre: la victoria.

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