El lider acabó hecho un flan

El Lleida y el Deportivo empatan en un partido sin opciones de gol

El Lleida y el Deportivo se repartieron los puntos en un partido huérfano de fútbol. El líder va con la calculadora a cuestas (14 puntos de 18) porque sabe que tiene la Liga a un tiro de piedra, y en la cola, de donde emerge el Lleida, cada punto es oro. El resultado permite a uno y a otro cubrir sus objetivos y mantener sus expectativas. Lo firmaban antes del partido y lo suscribieron después.Mané plantó en Lérida el mismo equipo que sacó en Valladolid. Un grupo muy homogéneo atrás, de empaque, plagado de asistentes, disciplinado tácticamente y con un llanero solitario (Aguilá) en busca de pe...

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El Lleida y el Deportivo se repartieron los puntos en un partido huérfano de fútbol. El líder va con la calculadora a cuestas (14 puntos de 18) porque sabe que tiene la Liga a un tiro de piedra, y en la cola, de donde emerge el Lleida, cada punto es oro. El resultado permite a uno y a otro cubrir sus objetivos y mantener sus expectativas. Lo firmaban antes del partido y lo suscribieron después.Mané plantó en Lérida el mismo equipo que sacó en Valladolid. Un grupo muy homogéneo atrás, de empaque, plagado de asistentes, disciplinado tácticamente y con un llanero solitario (Aguilá) en busca de petróleo (un rebote, un fallo, un balón suelto) en terreno ajeno. Replicó Arsenio con su equipo de gala, el de las dobles parejas por banda, con Claudio de coyote, Bebeto de amenaza, Djukic de barrendero y Donato en el ombligo. Era un colectivo de muy buen aspecto, concebido para ser generoso con el espectador de pago. Luego resultó que no, que el resultado le importaba tanto como al rival y, consecuentemente, no le hacía ningún asco tampoco a las tablas.

El Deportivo se acobardó muy pronto. Nunca estuvo a gusto. Le incomodó la pequeñez del terreno, la presión del rival y la trascendencia del resultado. No le dio ritmo ni recorrido al balón durante todo el primer tiempo. Todos estaban clavados para desesperación de Arsenio. El Lleida, en cambio, fue cada vez a más Oteó primero el horizonte sin prisas, con temple, y, visto que el enemigo no salía de su madriguera, se fue acercando al marco de Liaño.

El grupo local embistió con tino. Cubrió bien sus espaldas atrás y dejó que Matosas y Milinkovic tiraran la jugada. No acertó generalmente en el último paso. Pero amenazó con romper la igualdad con más frecuencia que el contrario. El único disparo envenenado salió de la bota de Matosas, y el uruguayo forzó la palomita de Liaño (m. 40).

No despertó el Deportivo hasta bien entrada la segunda parte. El equipo de Arsenio enfocó el marco contrario, y el Lleida se replegó. El partido tomó entonces el cariz previsto en la pizarra: el líder se hacía responsable del juego y el antepenúltimo del antijuego. No le quedaba otra alternativa al Lleida que optimizar los recursos: armarse atrás y salir a la contra sólo cuando se adivinara la silueta de la portería contraria.

La cara de Gonzalo salvó un balón de gol en un disparo de Bebeto (m. 63) y tres minutos más tarde Aguilá remató de cabeza al poste derecho de Liaño. El partido se animó y tomó unos cauces ajenos a los designios, de los técnicos.

El partido recobró muy pronto su ritmo anodino, y el último cuarto de hora fue un calvario para unos y otros. La calidad individual en jugadas puntuales, y no el juego de conjunto, avaló a los forasteros (Manjarín remató dos veces sobre el cuerpo de Ravnic) mientras que los locales exprimieron su excelente fútbol defensivo. Arsenio arrugó las cejas y optó por sentar a un virtuoso como Fran en beneficio de un correcaminos como Alfredo.

Los movimientos tácticos recondujeron el partido al redil, y todos satisfechos. Los locales siguen confiando en eludir el descenso directo y los visitantes continúan siendo los grandes favoritos para adjudicarse el campeonato cuando ya sólo faltan tres jornadas para la conclusión.

La situación en la tabla de unos y otros sirvió al fin y al cabo para que ambos conjuntos justificaran su racanería. El Lleida, en cualquier caso, expuso más que el Deportivo, y su entrega sobresalió más que la supuesta calidad del conjunto gallego. El líder acabó hecho un flan en Lérida.

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