Tribuna:

Procesiones

Las ciudades se vacían, los campos y las playas se llenan, y por todo el país se forman colas de militancia en la vacación.-Señora, sería tan amable de decirle al niño que no me eche arena en las partes.

-Pues no me había fijado, pero ahora que lo comenta veo que está muy bien dotado. iHuy, qué tonta! ¿Pues no me ha salido un versito? -respondió coqueta la vecina de toalla.

-A usted le sale lo que le dé la gana porque tiene poderío.

-No se me asincere tan alto que va a despertar a mi marido.

-Su marido vive un sueño permanente por tenerla a su lado.

-P...

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Las ciudades se vacían, los campos y las playas se llenan, y por todo el país se forman colas de militancia en la vacación.-Señora, sería tan amable de decirle al niño que no me eche arena en las partes.

-Pues no me había fijado, pero ahora que lo comenta veo que está muy bien dotado. iHuy, qué tonta! ¿Pues no me ha salido un versito? -respondió coqueta la vecina de toalla.

-A usted le sale lo que le dé la gana porque tiene poderío.

-No se me asincere tan alto que va a despertar a mi marido.

-Su marido vive un sueño permanente por tenerla a su lado.

-Pues si quiere usted vivir una siestecita, nos damos un chapuzón.

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-Dicho y hecho. Va a ver usted un buzo con dos cojones, con perdón de la expresión.

-Eso le iba yo a decir, que se expresa usted muy claro.

-Es que no están los tiempos para andarse con rodeos. La foca esa que chapotea en la orilla es mi señora.

-¡Qué barbaridad!, no me extraña que esté a la que salta.

-Vamos a esperar a que venga para acá, porque si no se empeña en que la sujete por las manos mientas patalea en el agua.

-Pues si no sabe nadar, tiene usted una ocasión de cometer un atropello.

-¿Y por qué no ahogamos a su puta madre? -apuntó un niño que hacía flanes de arena.

-¡Niño, esa lengua! -replicó el papá.

-Son cosas que aprenden en los colegios. ¿Cómo te llamas?

El niño se acercó de un salto y se sentó en las rodillas de la señora apoyando su cabecita en el pecho. La, señora comenzó a embadurnar al niño con crema.

_Señora, como siga así me voy a tener que cargar a toda la familia. Vamos, niño, llora un poco para que venga tu madre.

-No me da la gana. Yo tengo más derecho, que soy soltero.

-¿A que te retuerzo un brazo?

El niño berreó obediente. Su madre se levantó con esfuerzo, y con el culo lleno de arena trotó a consolar a su retoño. En el camino se cruzó con su marido. Dos pasos más atrás corría la vecina de toalla esgrimiendo una sonrisa lasciva.

-¿Por qué Horas? -preguntó aquella madre, preocupada.

-Antes, porque me ha obligado papá. Ahora, porque me ha levantado a la chica -respondió apuntando al mar.

La señora descubrió a su marido correteando con una señora imponente a cuestas. Y cerrando los ojos añoró un tiempo en el que la Semana Santa era más recogida.

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