TRAGEDIA EN EL DEPORTE ESPAÑOL

El testigo de Induráin

La maniobra sucesoria ha sufrido una brusca interrupción. Los planes de José Miguel Echavarri, el verdadero ideológo de la década dorada del ciclismo español, no contemplaban la posibilidad de un suceso tan simple como lamentable, la solitaria muerte de un ciclista en la carretera. El ciclista era Antonio Martín, destinado a tomar el testigo de Induráin al igual que éste lo recibiera de Delgado. Echávarri había diseñado una auténtica obra maestra, a mitad de camino entre la ingeniería genética y la alta política deportiva.Martín era un buen proyecto, uno de esos escogidos muchachos a quienes a...

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La maniobra sucesoria ha sufrido una brusca interrupción. Los planes de José Miguel Echavarri, el verdadero ideológo de la década dorada del ciclismo español, no contemplaban la posibilidad de un suceso tan simple como lamentable, la solitaria muerte de un ciclista en la carretera. El ciclista era Antonio Martín, destinado a tomar el testigo de Induráin al igual que éste lo recibiera de Delgado. Echávarri había diseñado una auténtica obra maestra, a mitad de camino entre la ingeniería genética y la alta política deportiva.Martín era un buen proyecto, uno de esos escogidos muchachos a quienes acompaña el éxito en sus primeros pasos. Y de un proyecto no siempre se deduce un campeón en toda regla porque la selección natural sigue vericuetos muy complicados. Pero la candidatura de Martín tenía a su favor un par de detalles. Uno era el patronazgo de quienes son guardianes de los grandes secretos que permiten elaborar campeones a partir de una buena materia prima. Otro le pertenecía en exclusiva: la bendición del Tour de Francia.

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Martín se bautizó en el Tour con una actuación sobresaliente para un primerizo. Lejos de mostrar una condición física superior, maniobró con equilibrio. Lejos de recurrir a una especialidad prefirió la diversidad. Antonio Martín tenía el. don de la oportunidad, esa cualidad que adorna a los ganadores. Martín era diestro en el arte de leer la carrera, hábil para escoger compañero de baile, prudente a la hora de no alterar los acontecimientos inecesariamente.

Tenía cinco anos por delante para alcanzar la madurez física, pero su precoz inteligencia hacía presumir que había recorrido la parte más importante del camino, aquella que define cuestiones propias del carácter, el temple y la sabiduría. Un camión envió a la cuneta su palmarés y su vida. Antonio Martín deja abierta la línea sucesoria. Y después de Induráin qué, se preguntaban los especialistas hasta que apareció este ciclista madrileño en escena... Vuelve a quedar en suspenso la respuesta.

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