El Betis muestra las miserias del Barça

Un gol de Juanito en un error de la zaga elimina a los azulgrana de la Copa

El Betis expuso ayer en el tendedero del Camp Nou las miserias del Barça, que llevaba demasiado tiempo engordando más por las desgracias ajenas que por las virtudes propias sin darse cuenta, quizá, de que el Madrid ha dejado de ser el punto de referencia. Los dos grandes se consuelan riéndose el uno del otro."¿Y el sábado, quién quiere que gane, el Madrid o el Deportivo?", se preguntaba al aficionado en una encuesta organizada ante las cámaras de TV3. "Estaría bien una final Barça-Tenerife en el Bernabéu", se bromeaba en la sala de prensa. Y hasta hubo quien recordó la respuesta de Cruyff a un...

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El Betis expuso ayer en el tendedero del Camp Nou las miserias del Barça, que llevaba demasiado tiempo engordando más por las desgracias ajenas que por las virtudes propias sin darse cuenta, quizá, de que el Madrid ha dejado de ser el punto de referencia. Los dos grandes se consuelan riéndose el uno del otro."¿Y el sábado, quién quiere que gane, el Madrid o el Deportivo?", se preguntaba al aficionado en una encuesta organizada ante las cámaras de TV3. "Estaría bien una final Barça-Tenerife en el Bernabéu", se bromeaba en la sala de prensa. Y hasta hubo quien recordó la respuesta de Cruyff a un periodista de Sevilla cuando, en la ida y tras el empate a cero, le preguntó: "¿Qué porcentaje de posibilidades de pasar la eliminatoria da usted a uno y otro equipo?". Y el holandés le respondió: "¿Hablas en serio?".

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El partido venía preñado de demasiada mala uva para el Barcelona. Un resultado tramposo de Sevilla. Un rival dificil de calibrar. Un entorno muy distraído y festivo por los funerales de Madrid. Un campo lleno de viento. Y nadie reparaba en su propio hogar. Y la casa azulgrana está por barrer.

Tal y como pinta la Liga -a cuatro puntos del primero- y perdida ya la Supercopa, era recomendable para el Barcelona mantener la candidatura a la Copa. Hay trofeos, y éste era el caso, que tienen carácter balsámico, y a tenor de las profecías de Nostradamus Cruyff este año pueden pintar bastos en el Camp Nou, y quedarse en blanco. Era bueno, por tanto, tener un comodín por si acaso., Y lo tiraron.

El primero en flirtear con la suerte fue el propio Cruyff. Puso en el campo un equipo que no era ni carne ni pescado. Daba igual. Cualquier equipo titular que hubiera presentado el Barcelona tenía la obligación de superar a un contrario de Segunda División que, además, reservó a sus figuras para el partido del domingo en Villarreal. Busquets, es cierto, se comió el gol que puso el encuentro patas arriba. Pero no es de recibo Koeman pierda la cabeza en la misma jugada. Y es que el grupo de Cruyff no tiene ni furia ni cordura.

Desprende el Barcelona inseguridad, contagia nerviosismo y provoca el apetito del contrario con sus carencias. El Betis llegó al Camp Nou diciendo, entre risas, que querían armar un buen cacao. Y acabaron creyéndoselo. El Barcelona jugó media hora al paso: balón para Guardiola, Guardiola que buscaba a Salinas como pivote y Salinas que tocaba para la llegada del centrocampista más rápido. Y no había manera. Tenía bien parada la defensa de cinco el grupo verdiblanco, presionaba bien la medular de cuatro y tuvo la fortuna de contar con un joven ansioso de gloria que decidió correr detrás de Koeman para medir su carrera. Juanito encontró una recompensa que su equipo supo administrar como un banquero.

La necesidad de tener que marcar dos goles -los tantos en campo contrario valen doble- ofuscó todavía más al ofuscado colectivo azulgrana. No había quien desbordara por banda (ni Quique ni Stoichkov), ni nadie que midiera un pase (ni Koeman ni Guardiola), y menos quien tuviera puntería (ni Nadal ni Salinas metidos de arietes).

La salida de Bakero y Begiristain empujó más al equipo hacia el suicidio en una noche de perros. Tuvo suerte incluso el Barça de tener al árbitro de su parte (le perdonó, por ejemplo, a Koeman la expulsión por una agresión). La agonía barcelonista se fue alargando sin que mediaran goles, ni ocasiones (hubo un remate al poste y un par de zapatazos con cierto tino), ni juego.

El que fue el equipo más rápido del campeonato está petrificado. El Barcelona se ha parado y no hay quien sepa darle cuerda. Perdido el espectáculo, ya no están a salvo ni los resultados. Le han perdido el respeto incluso los equipos de Segunda División. El Betis, que en su visita a Sarrià se llevó cuatro goles, se defendió tirado en un diván. La defensa verdiblanca siempre pensó un segundo más rápido que la delantera azulgrana. Les habían cogido de nuevo el truco a los azulgrana.

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