Entre las ideas y las personas

El congreso de los socialistas catalanes concretará sus recetas de renovación y debatirá la nueva alternativa a Pujol

La hora de la verdad de la renovación sonará mañana para los socialistas catalanes. En su séptimo congreso, que se celebrará desde mañana hasta el domingo en la localidad costera de Sitges, 40 kilómetros al suroeste de Barcelona, el PSC concretará sus recetas para la renovación del socialismo. Unas recetas que no pretenden limitarse al ámbito catalán, sino que nacen con la ambición de servir de pauta a sus correligionarios de toda España.Pero una vez más, pese a la densidad teórica de las ponencias y enmiendas congresuales del PSC -que también incluyen el lanzamiento de un nuevo programa catal...

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La hora de la verdad de la renovación sonará mañana para los socialistas catalanes. En su séptimo congreso, que se celebrará desde mañana hasta el domingo en la localidad costera de Sitges, 40 kilómetros al suroeste de Barcelona, el PSC concretará sus recetas para la renovación del socialismo. Unas recetas que no pretenden limitarse al ámbito catalán, sino que nacen con la ambición de servir de pauta a sus correligionarios de toda España.Pero una vez más, pese a la densidad teórica de las ponencias y enmiendas congresuales del PSC -que también incluyen el lanzamiento de un nuevo programa catalanista abierto a sectores liberales y nacionalistas que desearían acabar con el pujolismo-, el debate sobre las ideas ha sido desplazado por la discusión sobre las personas. Es decir, por la pugna por el poder.

Las escaramuzas precongresuales sobre la dirección que saldrá de Sitges se han impuesto a cualquier otro asunto. Con todo, en Cataluña el debate no ha alcanzado ni de lejos el tono encarnizado de las pugnas entre guerristas y renovadores del PSOE. Sencillamente, porque el peso del guerrismo en el seno del PSC es nulo.

Esta circunstancia no significa que el socialismo catalán sea hoy una balsa de aceite. Todo lo contrario. Después de una década larga de auténtica calma chicha interior, el liderazgo de Raimon Obiols se ha visto cuestionado por primera vez. La renuncia de Obiols a enfrentarse de nuevo al nacionalista Jordi Pujol en las urnas es un factor clave para explicar el origen y el sentido de los forcejeos que los principales dirigentes del PSC han protagonizado en los últimos tiempos.

Unos notables esgrimen unas razones; las de otros son de signo distinto. El alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, y su colega de Gerona, Joaquim Nadal, probables sucesores de Obiols en el cartel electoral autonómico, reclaman más poder en la cúpula del partido si al cabo uno de ellos debe enfrentarse en las urnas al poderoso tirón de Pujol.

El congreso no abordará explícitamente la designación del oponente de Pujol, pero establecerá el método y el calendario para su nombramiento, que se producirá el próximo mes de septiembre. En este sentido, la reunión socialista de Sitges consagrará la transición del liderazgo externo del PSC.

El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, persigue que el PSC demuestre mayores dosis de vinculación y compromiso con la acción política del Gobierno socialista; propósito que le ha acarreado discrepancias con Obiols.

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Y eso no es todo. Muchos dirigentes territoriales y cuadros medios reprochan a Obiols la tibieza con que, a su juicio, el PSC ejerce la oposición parlamentaria al Gobierno nacionalista catalán. Los dirigentes territoriales, con el apoyo del secretario de organización, Josep Maria Sala, también se oponen a que la sectorialización del partido que propugna Obiols reste poder a la actual estructura territorial.

Al fin, tras varias semanas de tensas negociaciones en la cúpula, cada parte ha conseguido al menos parte de sus objetivos. Obiols ha logrado zafarse de la amenaza de ser rodeado por una restringidísima guardia pretoriana de notables; éstos han obtenido más peso en la futura dirección colegiada, y los dirigentes territoriales han hecho valer su voz en la negociación sobre la nueva ejecutiva. La sangre tampoco llegará al río esta vez.

Tintes apocalípticos

En cuanto a las ideas, las recetas renovadoras del PSC parten de un diagnóstico social de tintes apocalípticos, marca o por a crisis económica y del Estado de bienestar, el vacío ideológico, el divorcio entre política y ciudadanía, y la incertidumbre ante los vertiginosos cambios de la escena internacional.Entre las fórmulas que saldrán a debate en Sitges figura la reducción de los costes del Estado de bienestar, el reparto del empleo acortando la jornada laboral, la protección del medio ambiente frente a un mercado incapaz de garantizar un desarrollo económico sostenible, el fomento de la solidaridad Norte-Sur y la búsqueda de un nuevo orden internacional cimentado en la paz y los derechos humanos, y el avance hacia una Europa federal basada en la subsidiariedad.

Y también la construcción de una nueva ética política que no dé tregua a la corrupción, la reforma del sistema electoral para que los ciudadanos elijan directamente a diputados y alcaldes, la apertura del partido a la participación de no afiliados y su democratización interna mediante la implantación del voto secreto e individual y la creación de un ombudsman del militante.

Solo ante los 'barones'

El primer secretario del PSC afronta el congreso en unas condiciones muy especiales. A diferencia de otros barones del partido, como Serra y Maragall, Obiols no tiene poder institucional. Y como consecuencia de su renuncia al liderazgo electoral de los socialistas catalanes, acabará perdiendo incluso su condición de líder de la oposición parlamentaria en Cataluña.En estas condiciones, la dirección del PSC será pronto su única parcela de poder. Una parcela que en lo sucesivo será más compartida con los 12 dirigentes del partido que integrarán el núcleo directivo. de nueva creación que surgirá del congreso.

De ahí su firme resistencia a los embates que pretendían recortar el margen de maniobra de la primera secretaría.

Solidaridad con el Gobierno'

El principal propósito del vicepresidente del Gobierno ante el congreso del PSC es conseguir que el socialismo catalán demuestre un apoyo más activó al Gobierno. Este objetivo, recogido en una enmienda a la ponencia oficial avalada por numerosas agrupaciones locales, discrepa de los planteamientos nacionalistas, económicos y sociales de Obiols, escorados a la izquierda del pragmatismo gubernamental.Estas diferencias, sumadas a las provocadas por sus respectivas posiciones ante la renovación del PSOE (Obiols defiende la integración con más ahínco que Serra), han tenido su reflejo en el apoyo del vicepresidente a la creación de una dirección más colegiada, es decir, menos dependiente del primer secretario del PSC.

El candidato preferido

El alcalde de Barcelona fue el padre de la idea de crear dos viceprimeras secretarías (una sería para él mismo; la otra, para Narcís Serra) que acotarían el poder de Raimon Obiols al frente del partido.La propuesta fue rechazada por el primer secretario, pero no desactivada al ciento por ciento. Acabó convirtiéndose en la semilla del futuro núcleo directivo que, integrado por Obiols, Serra, Maragall, Reventós, Sala, Borrell, Nadal y otros cinco notables, unificará el mensaje político del PSC y dará un carácter colegiado a la dirección.

Maragall es el candidato preferido por las bases para suceder a Obiols en la pugna electoral con Jordi Pujol. Pero eso acarrearía al PSC serios problemas para mantener en su poder la alcaldía de Barcelona.

Un claro beneficiario

El alcalde de Gerona es uno de los más claros beneficiarios del debate precongresual. Joaquim Nadal, alcalde carismático de una ciudad mayoritariamente convergente, nunca tuvo poder real ni en la cúpula ni en el aparato del PSC. Pero la renuncia de Obiols a presentarse a las elecciones autonómicas lo ha cambiado todo.Ante la posibilidad de que, si Maragall es el futuro contrincante electoral de Pujol, los socialistas puedan acabar perdiendo la alcaldía de Barcelona para continuar perdiendo en las autonómicas, Nadal se ha ido perfilando como un más que posible sucesor de Obiols. Y esta circunstancia ha aconsejado su ingreso en la cúpula del PSC. Ahí estará por primera vez, tanto si al final concurre a las elecciones como si no lo hace.

A la greña con Obiols

Desde la secretaría de organización, el senador Josep Maria Sala, investigado por el caso Filesa, controla hasta el último resorte del aparato y de la estructura territorial del PSC. Sala ha librado una dura batalla precongresual con Obiols. Las relaciones entre ambos atraviesan ahora su peor momento.En 10 años, Sala ha ido asumiendo en el PSC bastantes parcelas de poder que Obiols desatendía. Pero ahora la renuncia electoral de este último hace prever que volcará su dedicación en la dirección del partido y querrá recuperar aquellas parcelas. Sala se ha visto amenazado por ello y por algunas de las primeras propuestas renovadoras de Obiols, hoy olvidadas, como eliminar la mitad de la ejecutiva y renovar la otra mitad.

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