Tribuna:

Jaque a UGT

El asunto de la promotora de viviendas fraguada por UGT en un intento de aprendizaje de sindicato de servicios se está pudriendo, y son varios los sujetos políticos y económicos interesados en que se pudra, y no precisamente la propia UGT. El frente rompehuelgas compuesto por el Gobierno, parte del PSOE que le respalda, el PP, la mayoría de las líneas editoriales de los medios de comunicación y un tanto por ciento de tertulianos radiofónicos (nuevo poder fáctico a considerar por los politólogos y los taxidermistas de las ciencias de la información) utiliza la quiebra de la promotora de viviend...

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El asunto de la promotora de viviendas fraguada por UGT en un intento de aprendizaje de sindicato de servicios se está pudriendo, y son varios los sujetos políticos y económicos interesados en que se pudra, y no precisamente la propia UGT. El frente rompehuelgas compuesto por el Gobierno, parte del PSOE que le respalda, el PP, la mayoría de las líneas editoriales de los medios de comunicación y un tanto por ciento de tertulianos radiofónicos (nuevo poder fáctico a considerar por los politólogos y los taxidermistas de las ciencias de la información) utiliza la quiebra de la promotora de viviendas para desacreditar a UGT y sus líderes en un primer asalto a la destrucción de la credibilidad de este sindicato y de los demás, que incluye la credibilidad en su capacidad de convocatoria de huelga general.Esta patada en la bragueta de UGT por debajo de toda clase de mesas se complementa con líneas argumentales a la altura de los inventos del profesor Franz de Copenhague: que las huelgas generales ya no se llevan y que vaya falta de corresponsabilidad histórica la convocatoria de una huelga en tiempos de crisis. A pocos pasos de la modernísima España, los trabajadores franceses han conseguido con sus movilizaciones bajarle los humos a la reforma Balladour y los belgas han hecho lo mismo con respecto a sus propios modernizadores. Que Felipe González advierta que ninguna huelga le va a obligar a modificar su política de convertir el mercado de trabajo español en una procelosa foresta de bonsáis no debe impresionar a nadie, habida cuenta de que desde 1974 Felipe González nos tiene acostumbrados a su desdecir. En cualquier caso, que un partido de izquierda, o su cúpula, persiga desvertebrar un poco más la sociedad hundiendo a sus sindicatos habla elocuentemente sobre la miseria del oportunismo político y el oportunismo de los miserables.

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