Cartas al director

Las ideas de los jóvenes

Camino a casa de la escuela me he sentado, en uno de los asientos en un andén del metro. Dos chicas, deduzco que estarían en COU por el tipo de conversación, han provocado que escriba esta carta.-Es que, claro, yo quiero hacer una ingeniería porque el día de mañana quiero ser algo, poder decir estoy ahí, soy yo, alguien.

-Es verdad, después de la mierda en la que hemos vivido, yo quiero tener dinero y...

Y yo les pregunto a ellas:

-¿Queréis ser alguien o parecer algo que ni siquiera es? De esto depende algo mucho más importante que el dinero y la apariencia, pues aunque re...

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Camino a casa de la escuela me he sentado, en uno de los asientos en un andén del metro. Dos chicas, deduzco que estarían en COU por el tipo de conversación, han provocado que escriba esta carta.-Es que, claro, yo quiero hacer una ingeniería porque el día de mañana quiero ser algo, poder decir estoy ahí, soy yo, alguien.

-Es verdad, después de la mierda en la que hemos vivido, yo quiero tener dinero y...

Y yo les pregunto a ellas:

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-¿Queréis ser alguien o parecer algo que ni siquiera es? De esto depende algo mucho más importante que el dinero y la apariencia, pues aunque reconozco que el bienestar económico es desahogante, y el respeto también, la felicidad se obtiene de esta manera, cosa que sí puede proporcionarte una estabilidad emocional que posiblemente para muchas personas esté acompañada del disfrute laboral.

No hay nada más reconfortante que esa sensación de espíritu en calma, que puede obtenerse de otras muchas maneras que no sean el sentirse superior (económica e intelectualmente).

Y yo lo comprendo. A mí me encantaría poder pagar a mis futuros hijos, si algún día los tengo, todo aquello que quieran, pero más me gustaría verlos emocionados con lo que hacen diariamente, dudando mucho de esta posibilidad si lo único que quieren es tener dinero, aparentar y sentirse importantes.

Y me pregunto: ¿quién tiene la culpa de esta manera de pensar de la juventud? Recapacitemos, porque es muy fácil acusarnos de juventud descerebrada, sin ideología, sin buscar unos motivos profundos. Todos tenemos la culpa.-

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