Tribuna:

"4 x 4"

La otra noche mataron a un hombre en la ciudad. Estaba parado, respetando el semáforo, cuando le embistieron levemente por detrás. Bajó y bajó también la conductora del otro vehículo: muy nerviosa, no quería hacer papeles. Discutieron hasta que ella,de súbito, montó otra vez en su coche y arrancó con toda la potencia desplegada. El hombre no pudo evitar que la bestia le pasara por encima una y otra vez. De hecho recorrió más de cien metros arrastrado por la bestia hasta que quedó inerte en una esquina de la rambla. La policía está buscando a la mujer: no era tarde todavía y todo eso sucedió en...

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La otra noche mataron a un hombre en la ciudad. Estaba parado, respetando el semáforo, cuando le embistieron levemente por detrás. Bajó y bajó también la conductora del otro vehículo: muy nerviosa, no quería hacer papeles. Discutieron hasta que ella,de súbito, montó otra vez en su coche y arrancó con toda la potencia desplegada. El hombre no pudo evitar que la bestia le pasara por encima una y otra vez. De hecho recorrió más de cien metros arrastrado por la bestia hasta que quedó inerte en una esquina de la rambla. La policía está buscando a la mujer: no era tarde todavía y todo eso sucedió en el centro de la ciudad. Pero la única pista es que ella conducía un 4 x 4.Es decir, que conducía una bestia de más de dos mil kilos, elevada medio metro por encima del resto de los mortales y dotada de una fuerza devastadora. Desde un 4 x 4, un hombre es un impedimento demasiado relativo: se arrastra doscientos metros y uno no nota nada. En cierta ocasión, un amigo -hasta aquel momento yo lo creía muy razonable- me invitó a subir a su flamante bestia. A la altura del puerto cambió de carril sin contemplaciones. Dijo, sonriendo ante la maniobra: "Lo bueno de estos coches es que imponen respeto".

Son un mal invento: un invento desproporcionado. Facilitan la machada y llevan la tracción cargada de desprecio. A pesar de la propaganda convencional, su medio natural no existe. Asuelan los caminos rurales para llegar a una fuentecilla cualquiera adonde llegaría una bici, y en la ciudad destilan prepotencia y malas maneras. Quienes suelen llevarlos, además, distan mucho de gozar de la humildad del verdaderamente fuerte. Alguien que lleva un tráiler sabe lo que se trae entre manos: en un 4 x 4 no hay conciencia del límite.

Son el coche del futuro, dicen, y eso lo dice todo.

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