Los soldados son rapados

Sucedió el sábado. Ana S. V., joven universitaria, esperaba en el andén de Príncipe de Vergara en medio de un grupo de jóvenes que se disponían, como ella, a tomar el metro. De pronto observó, estremecida, que todos ellos lucían unas orondas cabezas rapadas. Llegaba el tren, y se apresuró hacia un vagón distinto al que abordarían los chicos. Dos de ellos, sin embargo, penetraron por la misma puerta que ella. Disimuladamente procuró colocarse a distancia. Expectante y tensa, pudo oír la animada conversación que los dos se traían. Hablaban del cuartel que acababan de abandonar y el prometedor fi...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Sucedió el sábado. Ana S. V., joven universitaria, esperaba en el andén de Príncipe de Vergara en medio de un grupo de jóvenes que se disponían, como ella, a tomar el metro. De pronto observó, estremecida, que todos ellos lucían unas orondas cabezas rapadas. Llegaba el tren, y se apresuró hacia un vagón distinto al que abordarían los chicos. Dos de ellos, sin embargo, penetraron por la misma puerta que ella. Disimuladamente procuró colocarse a distancia. Expectante y tensa, pudo oír la animada conversación que los dos se traían. Hablaban del cuartel que acababan de abandonar y el prometedor fin de semana que les esperaba en casa, junto a los suyos. Y, claro, no pudo evitar una carcajada nerviosa. "¡Seré idiota! ¡Pero si son soldados!". Le dieron ganas de besarlos.Y luego trasladó a EL PAÍS sus reflexiones: "¿Se dará cuenta la gente de que todos los soldados llevan la cabeza rapada, de que los cabezas rapadas se caracterizan precisamente por su indumentaria paramilitar? ¿Cómo distinguir a un soldado de un cabeza rapada? En cualquier caso" concluyó, "como el hábito no hace al monje, una cabeza rapada no hace un cabeza rapada".

Más información
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En