El coro de Comunidad entusiasma en Quijorna

El Coro de la Comunidad de Madrid cantó ayer en Quijorna (627 habitantes). Su actuación estaba programada dentro de las actividades culturales que celebra la Consejería de Educación y Juventud en 38 pueblos de la región. Los muros de la iglesia parroquial de San Juan Evangelista, una construcción del siglo XV, consiguieron reunir más público que los bares del pueblo, en donde se seguía el encuentro de fútbol entre el Real Madrid B y el Castellón.

Quijorna es la localidad más pequeña en donde se celebrarán actuaciones culturales del Festival de Otoño 1993. "No sé cómo va a reaccionar...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El Coro de la Comunidad de Madrid cantó ayer en Quijorna (627 habitantes). Su actuación estaba programada dentro de las actividades culturales que celebra la Consejería de Educación y Juventud en 38 pueblos de la región. Los muros de la iglesia parroquial de San Juan Evangelista, una construcción del siglo XV, consiguieron reunir más público que los bares del pueblo, en donde se seguía el encuentro de fútbol entre el Real Madrid B y el Castellón.

Quijorna es la localidad más pequeña en donde se celebrarán actuaciones culturales del Festival de Otoño 1993. "No sé cómo va a reaccionar el público", decía momentos antes del inicio el director de la coral, Julio Gergeley. El músico se quejaba de la poca difusión que se da a los acontecimientos musicales en los municipios. El alcalde, Juan José Cerrato, replicaba que su Ayuntamiento había hecho todo lo posible para darlas a conocer. "Somos un pueblo pequeño y creo que le hemos dado la publicidad suficiente", argumentaba.

A las 18.40, cuando ya había acabado la misa de las seis de la tarde, en donde el párroco recordó a los feligreses la llegada de la coral, todo era expectación. Comenzaban a llegar los primeros espectadores.

Diez minutos después, el director del coro, de espaldas a los bancos de la iglesia, miraba de reojo hacia el público. Las primeras notas de los Coros profanos, de Chaikovski, retumbaron entre los medievales muros de la iglesia. Más de 100 personas comenzaron a disfrutar con la música del compositor ruso. Mientras, el Real Madrid B se enfrentaba con el Castellón en los televisores de los bares de Quijorna.

A las ocho, los calurosos aplausos de los asistentes consiguieron que el director del coro mirase con orgullo a sus artistas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En