Entrevista:

"Hay que huir de la rutina del uniforme"

Montse Sancho llegó a Madrid desde Mérida a resucitar el castizo término modistilla, injustamente enterrado por la fiebre del estilo que anegó las calles de la capital durante la década pasada. Ahora, desde su puesto en el mercadillo dominical de la sala Revólver, Montse defiende su oficio de los dientes de la crisis vendiendo ropa de su creación a precios muy razonables.Pregunta. ¿Se le podría definir como diseñadora?

Respuesta. Prefiero que me llamen artesana o modistilla. Desde luego, hago la ropa que me apetece hacer; yo la diseño. Pero la palabra ...

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Montse Sancho llegó a Madrid desde Mérida a resucitar el castizo término modistilla, injustamente enterrado por la fiebre del estilo que anegó las calles de la capital durante la década pasada. Ahora, desde su puesto en el mercadillo dominical de la sala Revólver, Montse defiende su oficio de los dientes de la crisis vendiendo ropa de su creación a precios muy razonables.Pregunta. ¿Se le podría definir como diseñadora?

Respuesta. Prefiero que me llamen artesana o modistilla. Desde luego, hago la ropa que me apetece hacer; yo la diseño. Pero la palabra diseñadora me molesta.

P. ¿Qué tipo de ropa hace?

R. En general, muy personalizada, porque pienso que a cada uno le sienta bien una cosa diferente. Tú hablas un ratito conmigo y me explicas más o menos lo que quieres. No importa de qué estilo sea, yo te lo hago. A mí, lo de la moda en serie me parece horroroso.

P. ¿Qué representan para usted la alta costura, la pasarela ... ?

R. El business propiamente dicho de la moda no me interesa. Sin embargo, en todos los desfiles que tengo ocasión de ver siempre hay algo que me gusta. Me encanta el modo de mostrar la ropa, la atmósfera, la puesta en escena. De todos modos, pienso que si hay ropa tan cara como ésa, es que debe de haber público para ello.

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P. Sin embargo, ¿no es su modo de funcionar alternativo a ese mundo?

R. Por supuesto. Por el lado creativo, la gente puede participar en la ropa que lleva. Por el lado económico, porque yo tengo un volumen de trabajo que posibilita, por ejemplo, no tener que poner un taller y continuar trabajando cómodamente en mi casa.

P. Este modo de trabajar, así como el mercadillo o la moda neohippy, ¿no son recursos de hace 15 años?

R. Son recursos de épocas de crisis. Cuando te obligan a trabajar entre márgenes tan estrechos, le tienes que buscar las vueltas para no tirar la toalla y a veces rozas lo sumergido.

P. ¿Qué es el grunge?

R. No tengo ni idea. Para mí, no es más que vestirse en plan neohippy, reciclando lo que tienes en casa: el abrigo de tu madre, los pantalones de campana que tenías de hace un montón de años... A mí me parece muy bien que la gente vuelva a ponerse ropa usada de temporadas anteriores. Dinero que se ahorran. Yo lo hago.

P. ¿Es cara la ropa comprada en las tiendas?

R. Yo suelo hacérmelo todo. Por eso no controlo mucho sobre precios. Pero cuando acompaño a alguien de compras, suelo alucinar por un tubo. ¿Cómo se puede gastar alguien 16.000 pesetas en un chaleco? ¡Con esa cantidad, yo me visto durante todo el invierno! A mí me encantaría que todo el mundo aprendiese a coser. Por eso, cuando le hago a alguna amiga una falda, le regalo el patrón. Por si ella quiere hacerse luego otra.

P. ¿Por cuánto sale un traje hecho por usted?

R. Depende del paño, 30.000 o 40.000.

P. ¿Y una chupa de cuero?

R. Si es a medida, unas 30.000.

P. ¿Cómo ve el modo de vestir de la gente?

R. Severo. De todos modos, la gente parece estar continuamente obsesionada con las etiquetas. Muchos dicen que son clásicos en el vestir. Pero ¿que es ser clásico? Un día puedes ir más clásica; otro, más guapa; otro, más moderna, ¿qué más da? Yo creo que la cuestión es huir de la rutina de ir de uniforme.

P. ¿Sus diseños llevan muchos colores?

R. Normalmente, sí.

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