Tribuna:

Esa mano

JOAQUÍN VIDAL

El anuncio del reloj que muestra mano atrevida es muy de ver; sólo que no lo verán nuestros ojitos: las autoridades australianas lo han prohibido por machista, sexista, y, maldita sea su estampa, sentando así un ejemplar precedente que impedirá su difusión en el resto de los países civilizados.El anuncio no sólo tiene mano de varon; por tanto, peluda. Tiene también mano blanca de mujer, con sus piernas y su libro, y éstos son elementos determinantes en la escena. El anuncio no dice por qué el pollo mangorrero introduce su tentáculo por el escote de la mujer lectora, pero f...

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JOAQUÍN VIDAL

El anuncio del reloj que muestra mano atrevida es muy de ver; sólo que no lo verán nuestros ojitos: las autoridades australianas lo han prohibido por machista, sexista, y, maldita sea su estampa, sentando así un ejemplar precedente que impedirá su difusión en el resto de los países civilizados.El anuncio no sólo tiene mano de varon; por tanto, peluda. Tiene también mano blanca de mujer, con sus piernas y su libro, y éstos son elementos determinantes en la escena. El anuncio no dice por qué el pollo mangorrero introduce su tentáculo por el escote de la mujer lectora, pero feministas solventes se lo han explicado a este corresponsal: cuando la mujer se realiza intelectualmente, el hombre no lo soporta, y en vez de entablar con ella cultos coloquios, va y la mete mano.

Podría ser; aunque en las circunstancias del anuncio no está tan claro. La mano escotera es audaz, sí, mas la blanca mano de la dama tampoco se está quieta, y ya le apunta el pulpejo a zonas cálidas que la buena crianza impide mencionar. Lo cual plantea algunas incógnitas: ¿fue la mano peluda la que activó el pulpejo, o viceversa?; ¿leer impide percibir que a una le están poniendo un parche?

Servidor reconoce, no obstante, que el género masculino está a la que salta. Las feministas tienen razón: hay anuncios machistas porque el mundo es machista. Falta demostrar, sin embargo, si el machismo es abuso malicioso o vicio congénito, en cuyo caso tendría mal remedio.

El anuncio de la mano no es de los peores, realmente: hay otros que fomentan la compra compulsiva, la violencia y la chulería, y ahí siguen, martillando arteros los mecanismos del subconsciente. De todos modos, bien prohibido está, por retorcido y denigrante. Además, el reloj en venta apenas se ve, y a lo mejor es peluco plomo, que no vale ni diez duros.

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