Exhibición aérea de infarto

Un avión de combate se estrella en el centro de Estocolmo sin causar víctimas

Un avión de combate, Jas 39 Gripen, que participaba en una exhibición con motivo de la tercera edición del Festival del Agua en Estocolmo, cayó ayer en pleno centro de la ciudad ante los ojos aterrorizados de miles de espectadores, poco después de las dos de la tarde. Milagrosamente, no hubo víctimas mortales. Sólo el piloto y tres espectadores, dos de ellos a consecuencia de la impresión por el suceso, tuvieron que ser hospitalizados para recibir atención médica.El accidente se produjo en una zona céntrica y boscosa, cerca de un gran parque, y a pocos metros de uno de los puente...

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Un avión de combate, Jas 39 Gripen, que participaba en una exhibición con motivo de la tercera edición del Festival del Agua en Estocolmo, cayó ayer en pleno centro de la ciudad ante los ojos aterrorizados de miles de espectadores, poco después de las dos de la tarde. Milagrosamente, no hubo víctimas mortales. Sólo el piloto y tres espectadores, dos de ellos a consecuencia de la impresión por el suceso, tuvieron que ser hospitalizados para recibir atención médica.El accidente se produjo en una zona céntrica y boscosa, cerca de un gran parque, y a pocos metros de uno de los puentes que unen el centro de la ciudad con una de las numerosas islas que salpican la geografía de Estocolmo. "Cuando el avión empezó a girar sobre sí mismo creí que se trataba de una parte de la exhibición", dijo Gabriella Stiernbo, que cruzaba en automóvil el-puente en esos momentos, "pero cuando vi que la maniobra se prolongaba más de lo previsible aceleré para alejarme del lugar".

El asombro de los miles de espectadores que se habían congregado en la zona para presenciar la exhibición se trocó en espanto cuando vieron que no de los aviones que se despegaba del grupo, volando a una altura de 100 metros, dejaba escapar una llamarada al tiempo que el piloto era catapultado en paracaídas mediante un mecanismo automático que se acciona en casos de emergencia.

El aparato enfiló hacia tierra, el morro cayó sobre unos árboles del parque, y se oyó una explosión, al tiempo que una espesa y negra columna de humo se elevaba hacia el cielo. Fueron unos segundos de verdadera angustia, que transcurrieron con tal celeridad que muchos espectadores no llegaron a adquirir conciencia de la catástrofe.

No hubo tiempo para el pánico, que de haberse producido habría desencadenado una desbandada de consecuencias imprevisibles, dada la cantidad de público congregado. No obstante, algunos que advirtieron que lo que estaba ocurriendo era algo ajeno a la exhibición corrieron desesperados a buscar protección debajo del puente.

Una mujer con su hija de apenas un año dijo: "Sólo atiné a arrojarme al suelo colocando a Annika debajo de mí para protegerla".

Una extraña coincidencia es que el piloto, Lars Raderstrom, ya sufrió un accidente similar en el aeropuerto de la ciudad sueca de Lindkoping -donde se fabrica el avión- cuando pilotaba un prototipo del aparato en febrero de 1989.

El avión de combate siniestrado es parte de una primera serie de 30 unidades fabricado por la división de aviación militar de la compañía Saab, un costoso y polémico proyecto que Suecia trata de vender a diversos países, hasta ahora sin mucho éxito. Las voces para que el proyecto no siga adelante han sido numerosas.

Este nuevo accidente supone un serio revés en los planes de la empresa y dará impulsos a la polémica que su fabricación ha suscitado hace dos años, un avión de pasajeros de la compañía escandinava SAS cayó en las inmediaciones del aeropuerto internacional de Arlanda, en la capital sueca, y milagrosamente el centenar largo de pasajeros que llevaba resultaron ilesos. Un nuevo milagro acaba de producirse en Estocolmo.

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