Cartas al director

Sospechas

Tras el acuerdo adoptado en Washington por parte de EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia y España, difícilmente puede uno dejar de abrigar serias sospechas acerca de lo que en realidad se proponen hacer (o dejar hacer) los Gobiernos occidentales en la guerra de Bosnia. Ya el plan Vance-Owen aceptaba, en nombre del realismo, la prioridad de los criterios étnicos sobre las normas de civilización más elementales; reconocía buena parte de las conquistas serbias y ha alentado, según la autorizada opinión del relator de la ONU, Mazowiecki, la creación de zonas étnicamente puras también por parte de cr...

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Tras el acuerdo adoptado en Washington por parte de EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia y España, difícilmente puede uno dejar de abrigar serias sospechas acerca de lo que en realidad se proponen hacer (o dejar hacer) los Gobiernos occidentales en la guerra de Bosnia. Ya el plan Vance-Owen aceptaba, en nombre del realismo, la prioridad de los criterios étnicos sobre las normas de civilización más elementales; reconocía buena parte de las conquistas serbias y ha alentado, según la autorizada opinión del relator de la ONU, Mazowiecki, la creación de zonas étnicamente puras también por parte de croatas y musulmanes. Pero, por lo que vamos sabiendo, el llamado "plan de acción conjunta" es en realidad un plan de inacción que deja en suspenso la aplicación del plan Vance-Owen, y de facto supone la aceptación de la totalidad del territorio conquistado por los serbios. Para confirmar tales temores, basta la satisfacción de Karadzic y los elogios de Vojislav Seselj (el que proponía durante la campana electoral serbia sacarle los ojos con cucharillas a croatas y a musulmanes). La firme respuesta al desafío de los radicales serbios ha sido la de abandonar incluso las tímidas amenazas de hacer uso de la fuerza. Todo parece indicar que éste era el principal objetivo del ministro ruso, capaz de imponer su nuevo enfoque al errático Clinton y a los tres países ¿comunitarios?, pero incapaz de obtener alguna concesión de Belgrado.A los musulmanes se les niega la posibilidad de defenderse con un absurdo embargo que sólo pesa sobre ellos, y se les condena, protegidos en zonas de seguridad, a vivir de la caridad intemacional en islotes inviables, como ha dicho Mendiluce. Los firmantes de este nuevo Múnich podrían aclarar que ya tenemos los palestinos de Europa. Creo que su firma por el ministro español es un dudoso prestigio y, francamente, si en esto consiste nuestra presencia internacional...-

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