Tribuna:ELECCIONES 6 JUNIOCUADERNO DE CAMPAÑA

La bomba, de neutrones

La postrera invitación de TVE a lo s seis grandes partidos para un superdebate gigante colmaría ya todas nuestras ilusiones. Hacen bien los trabajadores de la televisión pública en presentar esta reivindicación, que, de cumplirse, llegaría a operar como una formidable bomba de neutrones. Una masa de carga personal política concentrada al máximo tras las pantallas podría desencadenar una audiencia igual a cero a este lado del televisor. Con ello se habría alcanzado la apoteosis de la campaña y la máxima ambición de su espectáculo: traducir el tráfago en reposo, la palabrería en fulgor, las dest...

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La postrera invitación de TVE a lo s seis grandes partidos para un superdebate gigante colmaría ya todas nuestras ilusiones. Hacen bien los trabajadores de la televisión pública en presentar esta reivindicación, que, de cumplirse, llegaría a operar como una formidable bomba de neutrones. Una masa de carga personal política concentrada al máximo tras las pantallas podría desencadenar una audiencia igual a cero a este lado del televisor. Con ello se habría alcanzado la apoteosis de la campaña y la máxima ambición de su espectáculo: traducir el tráfago en reposo, la palabrería en fulgor, las destrucciones parciales en hecatombe absoluta. El PP es el único que ha opuesto reparos a esta concentración. La razón fundamental la ha expresado, con consciente previsión del riesgo, el secretario general del Partido Popular, señor Álvarez Cascos. "Seríamos unos suicidas si la aceptáramos", ha dicho.Los candidatos por separado se han ido soportando en virtud del zapping. En los últimos días, ciertamente, ha sido más difícil sortear su acumulación, puesto que, en un plazo de 48 horas, han aparecido Aznar y González y Aznar con una ubicuidad que ha acercado el riesgo de implosión a su punto crítico. Pero, aun así, la masa electoral sigue comprando en El Corte Inglés. Una aglomeración de los seis, no obstante, llevaría al suicidio colectivo. Después de ella, es previsible que no quede persona viva o capacitada para acudir a las urnas y, con ello, se entendería menos que hayan aplazado sine die el encuentro del Real Madrid. De hecho, Mendoza se niega a entender cómo la lucha entre partidos sea superior al partido entre el equipo del régimen y los vascos, metáfora directa de los encuentros que se estarían produciendo en los escrutinios, 100 metros más allá.

Pero la hipercampaña necesita una bomba final. Esta larga traca, con petardos gordos en su último trecho, reclama una explosión final que atruene. ¿Será necesario para ello que los candidatos, al fin, como la secta de Waco, se concentren en la cabaña de TVE y se decidan a una muerte colectiva?

Existe un deseo poblacional para que las cosas sucedan de este modo. Contra el castigo impuesto a los ciudadanos, lo consecuente sería una buena expiación de la tabarra, una gloriosa autoinmolación de los candidatos que, bien mediante el fuego o por el efecto de hacer estallar sus latas, nos permitiera asistir a un espectáculo de purificación suicida. Tras él, es posible que desapareciera también el Palacio de Congresos, obra prescindible de Pablo Pintado, volaran los programas, se desintegraran los insultos vertidos y se abriera un horizonte desnudo donde cada uno, como al principio de los tiempos, a despecho de todas las reyertas y tósigos, eligiera a su candidato en razón de su perfil y su afeitado. Una bomba de neutrones ha tomado TVE en sus manos para la clausura. ¿La hará explosionar hoy mismo? Faltan apenas unas horas. La jornada de reflexión, una vez lanzado el artefacto, podría ser equivalente a la pura devastación del cielo.

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