Tribuna:

La foto

A las dos de la madrugada del viernes llegó a París José Nlaría Aznar. Aterrizó con un aviotaxi en el viejo aeropuerto de Le Bourget y fue a hospedarse con su esposa, muertos de sueño, en el hotel Lutecia. Por la mañana del mismo día concedió una rueda de prensa, atendió a Antenne 2 y se dejó fotografiar para Le Figaro. A las, doce de la mañana estaba fijada la cita con Jacques Chirac, alcalde de París, líder del RPR. El último encuentro entre ambos, hace dos meses, había durado 60 segundos. Esta vez Chirac le había prometido, en compensación a su presencia en la campaña de las eleccion...

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A las dos de la madrugada del viernes llegó a París José Nlaría Aznar. Aterrizó con un aviotaxi en el viejo aeropuerto de Le Bourget y fue a hospedarse con su esposa, muertos de sueño, en el hotel Lutecia. Por la mañana del mismo día concedió una rueda de prensa, atendió a Antenne 2 y se dejó fotografiar para Le Figaro. A las, doce de la mañana estaba fijada la cita con Jacques Chirac, alcalde de París, líder del RPR. El último encuentro entre ambos, hace dos meses, había durado 60 segundos. Esta vez Chirac le había prometido, en compensación a su presencia en la campaña de las elecciones francesas, venir a España, y más tarde, reduciendo el pago, una rueda de prensa. Pero llegó la comitiva del PP a L'Hôtel de Ville, y la encargada de prensa empezó a decir que su jefe le había informado que el acto consistiría en una simple declaración y, hecha de pie. Pugnaron los de la comitiva sobre la señora hasta lograr, por fin, que dispusiera unos sillones ante la chimenea.Los presentes relatan que, enseguida, Aznar se puso a contar a Chirac su éxito entre, los universitarios de Valencia y en la plaza de toros de Castellón, ante lo cual los acompañantes del alcalde dijeron: "¡Fantastique!, itrés joli!". Chirac, frente a los periodistas, aseguró que con el líder español le unía una buena y vieja, amistad. Adujo que no vendrá a la campaña del PP para evitar injerencias en asuntos externos, pero declaró que les deseaba el mejor resultado posible.

La fotografía que el PP deseaba cosechar en España ha debido obtenerla en París mediante un viaje apretado. Pero todo pareció correcto. Mañana mismo, Aznar volará a Londres para entrevistarse fotográficamente con John Major y más tarde visitará Bruselas. Es el tiempo de la búsqueda migratoria de la foto. Como los obreros españoles que debían cruzar el Pirineo para buscarse la vida, Aznar decide salir para buscarse la vista. Hacerse ver aquí a través del aura externa.

La estrategia no es nueva en política, pero, inevitablemente, el español siente, como elector, un pobre concepto de sí mismo cuando los productos se mandan confitar fuera. Esta láctica de marketing vasallo se salda, además, con episodios de humillación. La foto de Ele que se publicó ayer en toda la prensa nacional refleja la asimetría en el estado de ánimo de ambos políticos. Chirac aparece como un perdonavidas que acabara de entregar algunos francos para desmedrados; y Aznar, al frente, juntándose con las manos desnudas los botones de la americana, se retrata con esos mofletes inflados que sólo consigue formar la lotería. ¿Un éxito? Cualquier español, de tina u otra ideología, devaluado o no, tiene derecho a esta pregunta: ¿viajaría un candidato a primer ministro francés, con su séquito, con el aviotaxi y con su esposa, para retratarse con Álvarez del Manzano?

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