Kubala revive el espíritu olímpico en Montjuïc

Ladislao Kubala resucitó en el estadio de Montjüic el espíritu olímpico de Barcelona. Hizo aflorar de nuevo ese halo que apacigua los espíritus y los hace participar en una efeméride de forma intensa, emotiva e irrepetible. Las casi 40.000 personas que subieron a la montaña mágica fueron cómplices de la coartada en el partido entre una selección catalana y otra internacional (4-4). A veces no basta con quererse. Bueno es argüir una excusa para hacerlo explícito. Kubala no pudo reprimir el llanto. Todos se contagiaron. No se despedía a nadie. Simplemente, se dio las gracias a un hombre que hizo...

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Ladislao Kubala resucitó en el estadio de Montjüic el espíritu olímpico de Barcelona. Hizo aflorar de nuevo ese halo que apacigua los espíritus y los hace participar en una efeméride de forma intensa, emotiva e irrepetible. Las casi 40.000 personas que subieron a la montaña mágica fueron cómplices de la coartada en el partido entre una selección catalana y otra internacional (4-4). A veces no basta con quererse. Bueno es argüir una excusa para hacerlo explícito. Kubala no pudo reprimir el llanto. Todos se contagiaron. No se despedía a nadie. Simplemente, se dio las gracias a un hombre que hizo historia con el balón en los pies y contribuyó a que el Barcelona fuese adulto.

Valió la pena. Diríase que la ciudad esperó a poder acicalarse como correspondía a tan magna ocasión. Diríase que el estadio de Montjuic quiso mantener guardado hasta ayer el duendecillo que lo convirtió en el talismán del deporte español. Es más, no se podía haber esperado mejor ocasión para que por la megafonía del recinto sonara la entrañable melodía de Amigos para siempre. Kubala, a sus 65 años, no podía tener mejor fiesta de jubilación.Kubala quiso vestir la camiseta de la selección catalana. Estuvo 11 minutos sobre el césped. Dejó patente su espíritu juvenil y cumplió el sueño de los espectadores de verle, una vez más, de corto. En el rectángulo no estuvieron los mejores. Faltaron muchos. Al final, Maradona ni siquiera estuvo en la grada. El público olvidó por un momento la obligada cortesía y no perdonó la procedencia de alguno de los participantes, como el madridista Prosinecki, al que silbó. Fue una excepción. Por una vez se aunaron todas las pasiones futbolísticas en el sentido lúdico y distendido que acabó con la victoria de los veteranos del Español sobre los del Barcelona por 4-2 y el empate, 4-4, de la selección catalana y la internacional.

Kubala no tuvo tiempo para reprimir las lágrimas: "Este día será inolvidable. No tengo palabras para agradecer esto". Sollozando, buscó el hombro de su compañero de toda la vida, Gustavo Biosca. El también exjugador azulgrana bromeó: "Llevo 12 días en que sólo me falta acostarme con él. A veces, los hermanos te los dan; a éste lo he escogido yo". Fue un día de frases. "Es el jugador que siempre querías que te saliese en los cromos", fue la de Joan Manuel Serrat. Alguien hizo que a Kubala se le escapara la risa cuando le recordaron la del socarrón Alfredo Di Stéfano: "No le perdono que tuviera más éxito que ninguno con las chicas y que en el cine fuera mejor que yo".

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