Ser atlético
Escribo estas líneas a las pocas horas de que el Atleti viviera una de las noches más amargas de su historia. Una más, pareja a otras en las que la explosión de júbilo y felicidad no se borra de mi memoria. Pero es así, el Atleti es así. Con ese estigma vivimos los que sentimos, orgullosos, este club, los que, de padres a hijos, vamos inoculando el dulce veneno de ser atlético.Ser atlético no es fácil, pero es apasionante, y por eso reafirmamos, con dignidad y apasionamiento, nuestra identidad, expresando -como sucedió anoche- hasta la extenuación nuestros deseos de supervivencia...
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Escribo estas líneas a las pocas horas de que el Atleti viviera una de las noches más amargas de su historia. Una más, pareja a otras en las que la explosión de júbilo y felicidad no se borra de mi memoria. Pero es así, el Atleti es así. Con ese estigma vivimos los que sentimos, orgullosos, este club, los que, de padres a hijos, vamos inoculando el dulce veneno de ser atlético.Ser atlético no es fácil, pero es apasionante, y por eso reafirmamos, con dignidad y apasionamiento, nuestra identidad, expresando -como sucedió anoche- hasta la extenuación nuestros deseos de supervivencia. Por eso salvamos los momentos de amargura, y por eso nos resistimos, a pesar del trato que se nos dispensa, a ser los terceros en discordia, los impenitentes outsiders.
Los atléticos de corazón no abandonan el barco -como hace poco lo hizo cobardemente su capitán-, y menos en los momentos en que hay fuerte marejada; por eso, el próximo domingo nos encontraremos de nuevo en el estadio y mantendremos viva la ilusión, administrándola gene rosamente, porque también he mos aprendido que siempre que llueve escampa, y los atléticos, los verdaderos atléticos, que de lluvia sabemos mucho, también sabemos que después siempre sale el sol.-