"No hay justicia

Los habitantes de La Ribera reciben el auto del Supremo con cólera y desencanto

"El estómago se me ha revuelto otra vez". Esta sentencia de Antonio Monterroso, vecino del municipio de Antella, fue ayer reflejo del sentimiento que sacude La Ribera, la comarca asolada por la pantanada de Tous de, 1982. El malestar colectivo se tradujo en cólera y desencanto. Frases como "Hay que salir a cortar vías y carreteras","desobediencia civil", "no paguemos impuestos" o "mi padre morirá antes de que se resuelva el tema de la pantanada", se repitieron ayer en las panaderías, bares y plaza de la comarca. La conclusión estaba clara para todos: "No hay justicia".

Antella, con 1.70...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"El estómago se me ha revuelto otra vez". Esta sentencia de Antonio Monterroso, vecino del municipio de Antella, fue ayer reflejo del sentimiento que sacude La Ribera, la comarca asolada por la pantanada de Tous de, 1982. El malestar colectivo se tradujo en cólera y desencanto. Frases como "Hay que salir a cortar vías y carreteras","desobediencia civil", "no paguemos impuestos" o "mi padre morirá antes de que se resuelva el tema de la pantanada", se repitieron ayer en las panaderías, bares y plaza de la comarca. La conclusión estaba clara para todos: "No hay justicia".

Más información

Antella, con 1.700 habitantes, fue uno de los municipios que resultaron arrasados por la rotura de la presa de Tous de 1982. Los solares tapiados y los naranjos jóvenes señalan todavía las casas que cayeron por el agua para no levantarse nunca y los huertos anegados donde desaparecieron miles de árboles. Eduardo, un joven agricultor, es uno de los dos vecinos del pueblo que se personaron como acusación particular en el juicio de Tous."Soy partidario de la desobediencia civil, porque cortar vías de tren y carreteras como pide ahora mucha gente no sirve de nada. Te echas piedras a tu tejado y los vecinos se cansan en una semna", asegura Eduardo. "Desobediencia civil, no paguemos impuestos. Lo comido por lo servido, y que se atrevan a meter a todo el pueblo en la cárcel", apostilla el hermano de Eduardo.

Un pueblo dividido

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Antonio Monterroso, ex concejal de la Asociación de Damnificados de Antella (ADA) -entidad en la que se unieron todos los partidos a excepción del PSOE y que gobierna en el pueblo-, afirma: "Hay personas que se han alegrado con la suspensión del juicio". "Es verdad", asegura un vecino, "aquí hay damnificados del PSOE que se alegran de que, los que tenían ganada la sentencia no cobren". Monterroso dice que el pueblo está dividido y los vecinos que le rodean explican que el PSOE mandó a sus militantes que no se integrasen en ADA y que no se personaran como acusación particular en el juicio de Tous. "La gente del PSOE que tenía trabajo gracias al partido se separó de ADA y convenció a sus familias y amigos más próximos", asegura un vecino.

Pepe, de 60 años y. con una baja permanente de invalidez, no quiere saber nada. "Estoy harto de líos. Lo perdí todo en la pantanada", dice mientras señala el cartel de Hasta aquí llego la riada, situado a tres metros de altura, "y me lo he pagado todo yo", dice Pepe. Su vecina, Bernardina Pascual, de 78 años, comenta que, en cambio, algunos tuvieron suerte y sin ir a Valencia ni nada les trajeron un dinero, que no les vino nada mal".

Antonio Ramón, de 35 años y maestro de escuela, sostiene que en el pueblo todavía se insulta al delegado del Gobierno y al presidente de la Generalitat cuando salen por televisión. "La gente está cansada. Los agricultores están acostumbrados a sufrir y las pérdidas no las recuperarán nunca", mantiene el maestro, quien agrega que "en este pueblo la pantanada no ahogó a nadie, pero del disgusto varias personas mayores murieron meses después".

Alzira, con cerca de 40.000 habitantes, fue otro de los municipios más dañados por la pantanada. La capital de la comarca concentra el mayor número de afiliados a Afiva y Apemeda, asociaciones que optaron por personarse en acusación particular y que obtuvieron una sentencia favorable.

Antoni Martínez, taxista alzireño, asegura: "Si cobrarnos algo, lo aprovecharán mis nietos. Todo esto es una tomadura de pelo y ya no tenemos ninguna ilusión. Si sabían que se iba a anular debían haberlo resuelto antes". Fina Rubio, que tiene un establecimiento en una céntrica calle, comenta: "Las cosas se hicieron mal desde el principio. Hay gente que está en muy mala situación económica y vive asfixiada todavía por los préstamos que pidió para rehacer sus casas".

"La gente se levantará"

"Yo creo que la gente se levantará", explica Enrique, actualmente en paro. "Es una vergüenza, la gente está muy cabreada y el ambiente se calentará más en los próximos días. Ha sido como un choque, que los alzireños, todavía no han podido asumir".

Rafa, de 31 años y afiliado a Afiva, indica: "Si pagan a los que estamos en Afiva o Apemeda pagarán a todos, porque es una cuestión de votos, aunque en Alzira el PSOE tiene asegurado el voto de los jubilados".

Rosa, ama de casa, asegura indignada: "Esto es una vergüenza. Si fuésemos vascos o catalanes esto estaría resuelto". La actitud de Rosa contrasta con la de tres dependientas de un comercio anegado por las aguas hace diez años. "Estamos hartas. Ya no tenemos más paciencia y no queremos hablar del tema", espeta una de ellas.

La decisión del Tribunal Supremo ha reavivado el fuego de la frustración y la cólera en la comarca. Los vecinos muchos de ellos guardan los recortes de periódicos desde 1982 han recuperado viejos argumentos que han añadido a los nuevos. "No entiendo cómo el Gobierno y el Consell dicen que rehacer una hanegada de terreno arrastrada por la pantanada les costó 1.300.000 pesetas, si a mí me costó 700.000 pesetas", dice un labrador de Antella. "En comisiones para las empresas se ha ido todo", apunta otro, mientras el grupo que le rodea asiente.

Archivado En