¿Por quién dobla la campana?

La carta de Susana Toledo publicada en EL PAÍS del 27 de agosto es muy acertada y sincera: ella también dice mucho con pocas palabras. Comparto su valoración de los escritos de Manuel Vicent, verdadero profeta en su tierra mediterránea y agudo observador de la realidad, sin adornos pero sin rencor. Coincido en que, colectivamente, convivimos con el espanto como anestesiados, aunque individualmente podamos sentir el dolor de tantas tragedias cotidianas, siempre excesivas, sobre todo cuando ni siquiera son ya noticia.Sin embargo, quisiera hacer una aclaración, ya que no es la primera vez que obs...

La carta de Susana Toledo publicada en EL PAÍS del 27 de agosto es muy acertada y sincera: ella también dice mucho con pocas palabras. Comparto su valoración de los escritos de Manuel Vicent, verdadero profeta en su tierra mediterránea y agudo observador de la realidad, sin adornos pero sin rencor. Coincido en que, colectivamente, convivimos con el espanto como anestesiados, aunque individualmente podamos sentir el dolor de tantas tragedias cotidianas, siempre excesivas, sobre todo cuando ni siquiera son ya noticia.Sin embargo, quisiera hacer una aclaración, ya que no es la primera vez que observo la misma confusión, sobre la frase atribuida a Hemingway. Las pala

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bras de las que tomó el título para su amarga y melancólica novela sobre la guerra civil española se deben al poeta y pastor anglicano John Donne (15721631): "Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo... La muerte de cualquier hombre me empequeñece, porque estoy comprometido con la Humanidad; y así pues, nunca envíes a preguntar por quién dobla la campana; dobla por ti".

Sabemos ya que todas las guerras son guerras civiles, pero no logramos impedirlas. De vez en cuando, un ser humano, llamado John Donne, Hemingway, Manuel Vicent (o, también, Susana Toledo) nos lo recuerda y nos compromete con la Humandad, aunque sólo sea por unos breves minutos.