El G-7 ofrece un "respiro" a Yeltsin para que pueda pagar la deuda externa de Rusia

Los siete países más ricos del mundo decidieron ayer en Múnich concretar su apoyo al presidente ruso, Borís Yeltsin, en la promesa de discutir rápidamente cómo darle un "respiro" y evitar que le ahogue una deuda externa de más de 70.000 millones de dólares. El aplazamiento del pago de intereses -que Yeltsin se niega a llamar moratoria- se deja para el Club de París, formado por los países acreedores, pero el apoyo del G-7 es considerado suficiente por el presidente ruso, que se lleva 1.000 millones del FMI.

El canciller alemán, Helmut Kohl, anfitrión de la cumbre anual del G-7, prometió...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los siete países más ricos del mundo decidieron ayer en Múnich concretar su apoyo al presidente ruso, Borís Yeltsin, en la promesa de discutir rápidamente cómo darle un "respiro" y evitar que le ahogue una deuda externa de más de 70.000 millones de dólares. El aplazamiento del pago de intereses -que Yeltsin se niega a llamar moratoria- se deja para el Club de París, formado por los países acreedores, pero el apoyo del G-7 es considerado suficiente por el presidente ruso, que se lleva 1.000 millones del FMI.

El canciller alemán, Helmut Kohl, anfitrión de la cumbre anual del G-7, prometió ayer, al término de la reunión de tres días, una ayuda global que contribuya a que las reformas políticas y económicas en Rusia sean irreversibles. "Queremos transmitir un mensaje de coraje y esperanza al pueblo ruso", dijo Kohl. Pero como dijo ayer el presidente de EE UU, George Bush, "no hay bastante dinero en el mundo para resolver el problema inmediatamente".Yeltsin, que entró en la cumbre, en expresión de alguno de los asistentes, como un elefante en una cacharrería, prometió que Rusia pagará sus deudas, "y tal vez las de otros", y que "no hará lo que los bolcheviques en 1917. Se mostró satisfecho con lo conseguido, aunque se aleje bastante de lo que pretendía: entrar urgentemente en el club de los Siete -recibió una negativa cortés-, una moratoria inmediata e indefinida en el pago de la deuda externa y una ayuda multimillonaria para modernizar las obsoletas centrales nucleares.

El presidente ruso descartó que exista un riesgo de golpe, y prometió que para 1994, cuando finalice su mandato presidencial, las reformas económicas y políticas en Rusia serán irreversibles. Yeltsin atendió también la petición de los Siete de fijar un calendario para la retirada de las tropas del Báltico. Los soldados se irán en un plazo de dos años. En cuanto a su conflicto con un miembro del G-7, Japón, por la soberanía de las islas Kuriles, señaló que si Tokio ayuda a Rusia en el terreno económico ello contribuiría a encontrar una solución del problema.

En el aspecto económico, el comunicado final con el que concluye la decimoctava cumbre de los siete países más ricos del mundo, reunidos en Múnich desde el pasado lunes, recuerda la necesidad de coordinar políticas que fomenten el crecimiento económico y reduzcan la inflación y el déficit público.

Entre otras medidas, el G-7 propone continuar con una política monetaria que asegure la estabilidad de los precios, promover el descenso de los tipos de interés y limitar la presión fiscal. Las economías de los Siete dan tímidos signos de reactivación, pero son insuficientes para crear empleo al ritmo necesario.

Otras recomendaciones se refieren a la necesidad de aplicar las resoluciones de la cumbre de Río y de cooperar con los países en vías de desarrollo. Los Siete esperan que antes de fin de año se desbloquee la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), propósito frustrado en dos ocasiones anteriores.

Páginas 2 y 3 / Editorial en la página 10

Archivado En