Nuevo intento del 'grupo de los siete' para una política conjunta de reactivación económica

Los jefes de Estado y Gobierno de los siete países más ricos de la Tierra intentarán esta semana llegar a acuerdos que aseguren la reactivación económica. La reunión anual del G-7 estudiará además la situación económica de la Confederación de Estados Independientes (CEI), la seguridad de las centrales nucleares rusas y la posibilidad de desbloquear los acuerdos comerciales de la Ronda Uruguay en el seno del GATT. Los presidentes de la Comisión Europea, Jacques Delors, y de Rusia, Borís Yeltsin, asistirán a la cumbre de Múnich, que concluye el miércoles.

Como todos los años, los jefes de...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los jefes de Estado y Gobierno de los siete países más ricos de la Tierra intentarán esta semana llegar a acuerdos que aseguren la reactivación económica. La reunión anual del G-7 estudiará además la situación económica de la Confederación de Estados Independientes (CEI), la seguridad de las centrales nucleares rusas y la posibilidad de desbloquear los acuerdos comerciales de la Ronda Uruguay en el seno del GATT. Los presidentes de la Comisión Europea, Jacques Delors, y de Rusia, Borís Yeltsin, asistirán a la cumbre de Múnich, que concluye el miércoles.

Como todos los años, los jefes de Estado y Gobierno de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá celebran esta semana la cumbre de julio del G-7. La reunión de 1992, que dará comienzo mañana lunes, se celebra en esta ocasión bajo el signo del pesimismo económico, ya que todos los intentos de llevar a cabo una política conjunta de reactivación han quedado en nada, por los diferentes planteamientos de los tres grandes bloques económicos. Las presiones de George Bush a sus colegas japonés y alemán para que asuman el liderazgo en sus respectivas áreas de influencia no han recibido una respuesta positiva.Esta cumbre de Múnich viene precedida de intensas negociaciones entre los líderes norteamericano y japonés, que concluyeron la semana pasada sin acuerdo. El primer ministro del Japón, Kiichi Miyazawa, intentó convencer a Bush el pasado miércoles en Washington que las medidas adoptadas hasta la fecha por el Gobierno de Tokio eran suficientes para lograr un crecimiento económico sostenido.

Pulso EE UU-Japón

Sin embargo, la Administración norteamericana insistió en que no se puede hablar de reactivación mientras que Kiichi Miyazawa no presente un presupuesto bastante más expansivo. Es la vieja discusión que viene planteándose desde la anterior cumbre de Londres, en la que el fantasma de la recesión hizo su aparición.

Lo mismo está sucediendo con Alemania, que tampoco ha cedido a las presiones de Estados Unidos para rebajar los tipos de interés y retomar el papel de locomotora de la economía europea. El canciller alemán, Helmut Kohl, no parece dispuesto a relajar la política monetaria hasta que no terminen de digerir la unidad de Alemania, que ha disparado el gasto público y la inflación en su país.

La mayoría de los países de la Comunidad Europea -que estarán representados por el presidente de la Comisión, Jacques Delors-, tienen problemas similares derivados de sus respectivos planes de convergencia para acceder a la Unión Monetaria en 1997. Para hoy domingo está prevista otra reunión previa de Bush con el presidente francés, François Miterrand, en el que el líder norteamericano buscará apoyos para unos planteamientos que no cuentan con demasiados aliados en Europa.

Además de los problemas de la economía mundial, el G-7 tiene previsto estudiar la situación de Rusia y el resto de los estados de la CEI y ha invitado a Boris Yeltsin a unirse al último día de sesiones, el miércoles, para explicarles sus planes económicos.

Ante la cumbre de Munich, el presidente de Rusia ha querido dejar claras dos ideas. Una, que Rusia, como "gran país" que es, "no va a arrodillarse" ante las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y está dispuesta a renunciar a los 24.000 millones de dólares (2,4 billones de pesetas) de ayuda financiera antes que someterse a determinadas exigencias. Y dos, que en la cumbre debe acordarse un aplazamiento de dos años del pago de la deuda exterior de los países que formaron la Unión Soviética, informa .

Por otra parte, la posible integración de Rusia en el grupo de los siete no parece contar con muchos apoyos internos, a pesar de ser una iniciativa tibiamente apadrinada por George Bush. Ayer mismo, los primeros ministros de Gran Bretaña, John Major, y de Canadá, Brian Mulroney, se manifestaron en Londres contrarios a convertir en estos momentos el G-7 en el G-8".

Respecto a la Ronda Uruguay, los países más poderosos del planeta volverán a analizar la situación, sin que se prevean grandes decisiones. Los acuerdos comerciales debían haberse cerrado en diciembre de 1990, pero el enfrentamiento entre Estados Unidos y la CE por los subsidios agrícolas han impedido su firma hasta le fecha. Ya en la anterior cumbre, celebrada en Londres, el grupo de los siete dio un ultimatum hasta fin de 1991, que fue incumplido. Desde entonces, los avances han sido escasos, a pesar de las propuestas presentadas por el director general del GATT, Arthur Dunkel y las buenas intenciones de los líderes occidentales.

Dieciocho veces siete

Munich, la capital de Baviera, será por primera vez el escenario de la cumbre del G-7. Es la decimoctava reunión de los líderes de los siete países más ricos del mundo, que se reunieron por primera vez en Ramboulllet, en 1975, por iniciativa de Francia. Eran momentos difíciles para la economía mundial, tras la primera crisis del petróleo, y el grupo de los siete se planteó por primera vez una política conjunta para remontar la situación.Luego vinieron las cumbres de Puerto Rico, Londres, Bonn y Tokio, en las que el optimismo fue subió de tono gracias a acciones concertadas encaminadas a reducir el consumo de petróleo y mantener estables los tipos de cambio. El pesimismo volvió en 1980, tras la segunda crisis del petróleo, que centró las reuniones de Venecia y Ottawa.

La segunda ronda -tras el turno anual de sus siete socios- se inició en Versalles en 1982, con dos preocupaciones: la evolución de la deuda externa. de los países en vías de desarrollo y el alza excesiva del dólar. El año siguiente, en Williamsburg y con Ronald Reagan de anfitrión, el G-7 mostró su inquietud por la situación financiera de Latinoamerica, que sería el tema central de las siguientes reuniones, Londres y Bonn.

En 1986, los siete grandes acordaron en Tokio sostener el dólar, que había iniciado una peligrosa caída por los efectos de la política económica de Reagan. Esta preocupación continuó en Venecia. La segunda ronda concluía en Toronto, con más optimismo, por los cambios que venían de Moscú. La tercera ronda de reuniones se inició en París en 1989, con buenas intenciones de concertar las políticas económicas. Al año siguiente, en Houston, los siete insistieron en la cooperación para luchar contra la inflación, sin imaginarse que un mes después se produciría la invasión de Kuwait. En Londres, en 1991, el G-7 plantó nuevas reglas para la cooperación internacional, marcadas por la resaca de la Guerra del Golfo y los problemas de la vieja URSS.

Archivado En