NECROLÓGICAS

Margaretha Ley diseñadora de modas

La diseñadora de modas sueca Margaretha Ley ha muerto en Múnich a la edad de 59 años. Su desaparición coincide, paradójicamente, con una seria operación de implantación en el mercado español, ampliando concesionarios y con la próxima inauguración de una gran tienda en Madrid, donde además se comercializarán sus líneas más económicas y deportivas. El imperio de costura lo llevaba junto a su marido, Wolfgang Ley. En 1976 creó Escada, la firma que ha hecho mitología de su estilo, atrevido a la vez que convencional.La carrera de la siempre dinámica Margaretha fue meteórica, aunque laboriosa. Demos...

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La diseñadora de modas sueca Margaretha Ley ha muerto en Múnich a la edad de 59 años. Su desaparición coincide, paradójicamente, con una seria operación de implantación en el mercado español, ampliando concesionarios y con la próxima inauguración de una gran tienda en Madrid, donde además se comercializarán sus líneas más económicas y deportivas. El imperio de costura lo llevaba junto a su marido, Wolfgang Ley. En 1976 creó Escada, la firma que ha hecho mitología de su estilo, atrevido a la vez que convencional.La carrera de la siempre dinámica Margaretha fue meteórica, aunque laboriosa. Demostró inmediatamente talento cuando era una discreta aprendiza en un prestigioso taller de Estocolmo.

A los 20 años se trasladó a Viena para trabajar a las órdenes del modista de la aristocracia austriaca Fred Admüller, y también fue maniquí en París, donde perfeccionó sus conocimientos de alta costura.

El éxito de Escada fue inmediato, y su implantación mundial se coronó en Nueva York, donde toda elegante debía tener y lucir sus botonaduras doradas, sus guantes fucsia o despedir el aroma de su fragancia homónima. Ella misma reconocía que el éxito se debía a la dedicación de supervisar personalmente todos los aspectos del producto.

Los brillantes colores, que violentaban la severidad de sus trajes de chaqueta, alegraban una oferta de algo que a primera vista podía parecer encorsetado. Su gran terminación y acabados, la nobleza material a toda prueba, del casimir a la seda plisada, junto a un dibujo de líneas elegantes, le dieron una merecida fama.

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