Un aluvión de 200.000 visitantes causa atascos el día de la inauguración de la Expo

Más de doscientas mil personas visitaron la Exposición Universal de Sevilla en las primeras siete horas de la muestra. Entre las nueve de la mañana, cuando se abrieron al público las puertas del recinto, y las cuatro de la tarde de ayer, los tomos de la entrada dieron miles de vueltas para dejar paso a los visitantes. Los accesos por los distintos puentes que comunican la isla de La Cartuja con el continente de la ciudad de Sevilla estuvieron durante todo el día colapsados. La familia real y el Gobierno en pleno abrieron ayer la muestra sevillana.

La Expo ya está abierta. La última Expo...

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Más de doscientas mil personas visitaron la Exposición Universal de Sevilla en las primeras siete horas de la muestra. Entre las nueve de la mañana, cuando se abrieron al público las puertas del recinto, y las cuatro de la tarde de ayer, los tomos de la entrada dieron miles de vueltas para dejar paso a los visitantes. Los accesos por los distintos puentes que comunican la isla de La Cartuja con el continente de la ciudad de Sevilla estuvieron durante todo el día colapsados. La familia real y el Gobierno en pleno abrieron ayer la muestra sevillana.

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La Expo ya está abierta. La última Exposición Universal de este siglo la inauguró el rey de España a las 12.15 en punto de ayer en la isla de La Cartuja de Sevilla, al término de una ceremonia milimetrada, pero algo fría, en la que el Monarca se congratuló de que España ofreciera en la Expo "lo mejor de sí misma".Al acto inaugural acudieron 1.800 personas, que escucharon, en una atmósfera presidida por la solemnidad, discursos que destacaron la simbología de la muestra. Asistió a la ceremonia el Gobierno en pleno, con la excepción de la ministra de Asuntos Sociales, además de los presidentes de las comunidades autónomas y los portavoces de los grupos parlamentarios.

Sólo el humo de colores de las chimeneas de la antigua fábrica de loza de La Cartuja, los globos con banderas de los 110 países participantes y los fuegos artificiales -más ruidosos que luminosos en un día de espléndida climatología- rompieron la rigidez de la ceremonia de inauguración.

Mientras se desarrollaba el acto, el recinto de la muestra era un hervidero de trabajadores supervisando una y otra vez los últimos detalles. En numerosos pabellones se daban todavía los últimos retoques a primera hora de la tarde. Como afirmó el presidente de la Sociedad Estatal, Jacinto Pellón, que ayer sí estaba nervioso, "nunca se ha inaugurado una ciudad de 200.000 personas de repente".

Por otra parte, más de medio centenar de manifestantes de varias nacionalidades que protestaban contra la Expo fueron detenidos por la policía.

Páginas 15 a 18 y última Editorial en la página 12

La familia real, durante la cereminia de apertura de la ExpoMARISA FLÓREZ

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