Cartas al director

La España de los garbanzos

La verdad es que no puedo entender de dónde nos viene a los españoles ese complejo de inferioridad respecto a Europa. Pero yo creo, señor Cuéllar Junio, que usted debería desconectar su ordenador y darse una vuelta por esa España interior, que usted tanto desdeña, España de arados romanos, brutos y paletos (aunque eufemísticamente usted diga paisanos), para descubrir que estamos muy lejos de esos arados romanos. y que no siempre se tiran cabras desde los campanarios. No seamos tan superficiales como para quedarnos en anécdotas más o menos brutales que se realizan en algunas zonas de España, po...

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La verdad es que no puedo entender de dónde nos viene a los españoles ese complejo de inferioridad respecto a Europa. Pero yo creo, señor Cuéllar Junio, que usted debería desconectar su ordenador y darse una vuelta por esa España interior, que usted tanto desdeña, España de arados romanos, brutos y paletos (aunque eufemísticamente usted diga paisanos), para descubrir que estamos muy lejos de esos arados romanos. y que no siempre se tiran cabras desde los campanarios. No seamos tan superficiales como para quedarnos en anécdotas más o menos brutales que se realizan en algunas zonas de España, porque en su querida y anhelada Europa, señor Cuéllar, también se cuecen garbanzos, por no decir habas. Soy una española de esa España interior que desde hace dos años vive en Centroeuropa, y le puedo decir que aquí también hay paisanos, no con gorra, sino con sombrero tirolés o con bombín, cuyo comportamiento no es muy europeo.Respecto a los ejemplos de europeidad que usted menciona en su carta, es decir, suecas ya en decadencia desde que se liberalizó la mujer española (nada mejor que lo autóctono, señor Cuéllar), ingleses cuyo grado de agresividad la mayor parte de las veces (no se puede siempre generalizar) es superior al nuestro en cuanto beben un poco de alcohol y un largo etcétera de convecinos cuyo comportamiento no es como para tomar ejemplo, creo yo.

Durante estos dos años he podido valorar muchísimo más nuestra cultura, no solamente la cultura de la España cercana al Mediterráneo, de la España del flamenco y del olé (a la cual respeto), sino también la cultura de esa España interior, la del románico, del gótico, la del pan y del vino, de ricos trajes regionales y de ancestrales costumbres.

Desconecte el ordenador, señor Cuéllar, y haga una pausa comiendo cocido madrileño; los garbanzos son sanos y nutritivos, tal vez no tan refinados como el paté francés, para cuya elaboración nuestras amigas las ocas no caen desde la torre de un campanario, pero sufren de lo lindo hasta tener un hígado, hipertrofiado.

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Creo que no solamente hay que europeizar España; ha llegado el momento de españolizar un poco Europa, y los garbanzos Ion algo muy nuestro.-

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