Médico de violines

Laurent López, un 'Iuthier' francés de origen español, se establece en el corazón de Madrid

La aparente fragilidad que muestra Laurent López, en concordancia con los violines que se alzan sobre su cabeza en su taller, se rompe al observar la rotundidad de sus convicciones dirigidas a "crear escuela" en España. Sin pomposidad ni altivez, este francés de 25 años, nacido en Dijon y descendiente de españoles, lo único que pretende es "mimar" sus violines y que otros jóvenes sientan la fascinación que él experimentó por este trabajo.

Apenas lleva en España siete meses y ya ha logrado vender dos violines hechos por él a un prestigioso violinista de la Orquesta Nacional, que ha segui...

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La aparente fragilidad que muestra Laurent López, en concordancia con los violines que se alzan sobre su cabeza en su taller, se rompe al observar la rotundidad de sus convicciones dirigidas a "crear escuela" en España. Sin pomposidad ni altivez, este francés de 25 años, nacido en Dijon y descendiente de españoles, lo único que pretende es "mimar" sus violines y que otros jóvenes sientan la fascinación que él experimentó por este trabajo.

Apenas lleva en España siete meses y ya ha logrado vender dos violines hechos por él a un prestigioso violinista de la Orquesta Nacional, que ha seguido su trabajo con interés.Laurent López Morales tenía 14 años y vivía en Francia cuando vio por primera vez un violín. Fue entonces cuando decidió aprender todo lo relacionado con estos instrumentos y con todos aquellos que necesitan de un arco. Ingresó en la Escuela Internacional de Mirecourt (Francia) con la intención de convertirse en un buen luthier (palabra de raíz provenzal -luth, cuerda-, y de ahí luthier, constructor de instrumentos de cuerda). Posteriormente, en Burdeos, a las órdenes de su maestro, Pierre Taconne, como reza su tarjeta de visita, comenzó a trabajar.

Tenía la idea de volver al país de sus abuelos, que partieron a principios de siglo a cultivar las tierras de Argel cuando aún era colonia francesa. Y le animaron los músicos del País Vasco que se desplazaban al taller donde trabajaba en Francia para arreglar sus instrumentos. Laurent decidió, salvando -no sin esfuerzos- las cortapisas de la ley española, establecer su taller en Madrid. Así, el pasado mes de septiembre logró hacerse con un pequeño piso en "un acogedor y pequeño pueblo" (como llama él a la zona de San Bernardo).

Allí pasa las horas dedicado al arreglo de violines, altos, violonchelos y contrabajos que le acercan los músicos cada vez más numerosos de la Orquesta Nacional, la Filarmónica o de la Comunidad de Madrid.

Instrumento atropellado

Pero, aunque ahora se muestra esperanzado, su rostro no oculta la preocupación vivida en los primeros meses. "Los primeros contactos con los músicos españoles fueron muy fríos", dice Laurent. Le sometieron a verdaderos exámenes planteándole problemas concretos. Su "papeleta" más complicada fue el arreglo de un violín que había sido aplastado por un vehículo.Después ocurrió un hecho determinante: un instrumentista de la Orquesta Nacional dejó en sus manos un violín italiano del siglo XVII "cansado de tocar". Tras una laboriosa operación y después de cambiar una pequeña pieza para dotarle de "su propia identidad", éste recobró su sonido, asegura orgulloso Laurent. La noticia corrió de boca en boca y ya se habla del luthier López de Francia.

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Aunque no le disguste ni mucho menos el calificativo, Laurent persigue la nacionalidad española e integrarse perfectamente en el país de sus antepasados. Pretende que los jóvenes se interesen por este trabajo, ya que en España no existe escuela oficial, y emulen a los grandes maestros españoles como Contreras, Duchos o Aguilá, surgidos en los siglos XVII y XVIII.

En la actualidad existen luthiers en Madrid, Barcelona, Valencia y Granada, pero resulta curioso, dice, que ninguna orquesta disponga de uno propio que cuide de los instrumentos.

Para Laurent, un objetivo importante que desearía alcanzar es convencer a los músicos españoles de que el luthier es el médico de los violines y que es preciso acudir a él a menudo. Laurent considera estos instrumentos como hijos a los que hay que cuidar y acariciar. Y asegura que el precio de uno de ellos de nueva construcción hecho a mano puede oscilar entre las 600.000 y las 700.000 pesetas.

Otra cosa son los Stradivarius, procedentes de la prestigiosa escuela italiana de Antonio Stradivari (1643-1737), que pueden alcanzar hasta los 100 millones de pesetas.

Laurent no ambiciona llegar a ser Stradivarius, pero sí el buen luthier López de España.

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