Marcelo Calvo, propietario de Hanoi

El titular de varios de los locales nocturnos más caros dice que va todos los días a la iglesia

Hanoi es uno de esos bares de camareros guapísimos y clientes aún más altos y esbeltos donde entrar es casi imposible si se cometen negligencias tales como llevar calcetines blancos o pantalones de pitillo. Su dueño es como Julio Iglesias, pero en guapo, a tenor de algunas fervorosas parroquianas. Su propietario, Marcelo Calvo, es joven, gasta un Nissan Patrol, gomina de vez en cuando y vestimenta impecable. Pero también es el dueño de otros locales de moda, como Boccaccio y Villa Rosa. Aunque no cree en los curas, todos los días va a la iglesia.

Asegura levantarse a las diez de la maña...

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Hanoi es uno de esos bares de camareros guapísimos y clientes aún más altos y esbeltos donde entrar es casi imposible si se cometen negligencias tales como llevar calcetines blancos o pantalones de pitillo. Su dueño es como Julio Iglesias, pero en guapo, a tenor de algunas fervorosas parroquianas. Su propietario, Marcelo Calvo, es joven, gasta un Nissan Patrol, gomina de vez en cuando y vestimenta impecable. Pero también es el dueño de otros locales de moda, como Boccaccio y Villa Rosa. Aunque no cree en los curas, todos los días va a la iglesia.

Asegura levantarse a las diez de la mañana. Después está en la oficina hasta las dos de la tarde para recibir a los proveedores. Los encargados de Hanoi, Villa Rosa y Boccaccio acuden ante su jefe para hablarle de beneficios, deudas, broncas y aconteceres. Que el hijo de tal banquero casi arma un escándalo, que el espectáculo de strip-tease fue un éxito, que tal y que cual.Come con su hermano en un restaurante vegetariano -"nunca pruebo la carne"- de la Puerta del Sol. Y desde las cinco hasta las siete de la tarde está en el gimnasio. Por una hora diaria de pesas y otra de taekwondo, 5.000 pesetas al mes. "Luego voy a la iglesia unos 20 minutos, y después, a casa. Sí, sí, a la iglesia. No fallo ni un día. En los curas no creo, pero en la iglesia y en ¡a tranquilidad que me da, sí. Me conozco casi todas las de Madrid. Hay una ahí, en Barceló, que es alucinante, macho, toda llena de frescos; preciosa. Para llevar un negocio así hay que estar muy bien por dentro y por fuera. Nunca salgo a otros bares, no bailo nunca tampoco. Ni fumo ni bebo".

Ni va con mujeres, según él. Pero cuando lo dice sus dos amigos íntimos contienen a duras penas una carcajada. "Marcelo, ahora que no me oye, es con diferencia el tío que más liga de Madrid", diría más tarde uno de ellos. Para traer niñas monas al bar hay que andar fino. Muchas copas gratis es una parte del secreto. Trabajarse bien a las agencias de modelos es la otra.

Estudió hasta tercero de BUP y despachó patatas a la brava en el bar que su padre tenía en Canillejas. Se fue a Mallorca con 19 años para ser el maître de Collapso, con 36 personas a su cargo -"que se dice pronto"- y ganar 170.000 pesetas al mes un año después. Hombre autodidacto: "Con 20 años me di cuenta de que no sabía hacer raíces cuadradas y me apunté a una academia".

Su primer local lo abrió en junio de 1986 y durante tres meses no apareció nadie por allí. A pesar de ello, puso el cartel de aforo completo. "Estás loco, me decían los amigos". En septiembre, la gente ya no podía más con la intriga y el local se abarrotaba.

Dice que su próximo paso será instalar una cervecería estilo años 1800 al 1910, con mosaicos del Madrid de entonces, y después un café con los camareros de 1,90, morenos y con delantal hasta los pies.

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-¿Cómo es el cliente de Hanoi?

- Ambiguo -risa contenida de los amigos-, con un nivel adquisitivo alto.

-¿Y qué es un pijo?

-Un tío que se queja por todo.

-Eso es un pijotero.

-Pues un pijito, un tío que presume de tener mucho dinero y no lo tiene, que exige más de lo que se merece.

Marcelo Calvo asegura que no es pijo, aunque los domingos se levante a las doce de la mañana para montar a caballo -"tengo un par maravilloso"- cerca de su casa, en la localidad de Valdemorillo. "Entender el éxito bien es lo más difícil. Si fuese por dinero, ya tendría la vida resuelta. He tenido una furgoneta hasta hace poco; podría tener un Porsche perfectamente. Pero no quiero un puñetero lujo porque me espanta. No quiero yates ni castillos".

Diferencia entre astuto, inteligente y listo. Con las chicas, igual. "Una mujer inteligente lo asimila todo cuando se lo dices muy rápido. Una mujer lista es una que antes de venir las cosas las huele. Una astuta es alguien cerebral, sin sentimientos. Conozco mujeres que son cerebros andantes, y les tengo pánico. Un hombre es más noble. La mujer es una esponja, le das la mano y te quita la cabeza. Si pudiera tener un hijo y no tener mujer, no me casaría. ("No ponga eso", dice entre risas, "que me hunde"). Hay que tener dinero para cuando seas viejo meterte en una residencia", continúa entre risas, "porque te casas con una mujer y para colmo se muere antes que tú".

"Se lo debo a la noche"

Como buen relaciones públicas que es, se esfuerza por dar una imagen aséptica de hombre de negocios -"hace tres años que no cojo vacaciones"- totalmente inmune a cualquier debilidad. "Es que durante mucho tiempo he tenido una fama de putero de la hostia. Estoy luchando para quitármela de encima". Le interrumpe otra vez la carcajada de un amigo que no puede contenerse.

Pero él continúa serio: "Si a una tía le tengo que dar la mano en vez de un beso para que no se pase, lo hago. La noche acabó con una relación de ocho años. No quiero ni hablar del tema. Todo lo que tengo y lo que soy se lo debo a la noche, pero mi vida personal me la ha destrozado". Y apostilla: "No tengo vida personal".

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