Mayas en la feria

Multitud de pequeños indios recorrían ayer las instalaciones de Juvenalia 91 en los nuevos recintos feriales. Una entidad bancaria ha tenido la idea de regalar viseras de cartón que imitan los penachos de plumas de los primitivos mayas y ha convertido el ferial en una gigantesca tribu. Este año, ¡el certamen dispone de 33.000 metros cuadrados en tres pabellones, uno de ellos dedicado expresamente a la cultura y tradiciones de 13 países latinoamericanos. Hasta el momento, la afluencia de público no ha llegado a colapsar los accesos a la feria infantil.

Un grupo de vallecanos, padres e hi...

Multitud de pequeños indios recorrían ayer las instalaciones de Juvenalia 91 en los nuevos recintos feriales. Una entidad bancaria ha tenido la idea de regalar viseras de cartón que imitan los penachos de plumas de los primitivos mayas y ha convertido el ferial en una gigantesca tribu. Este año, ¡el certamen dispone de 33.000 metros cuadrados en tres pabellones, uno de ellos dedicado expresamente a la cultura y tradiciones de 13 países latinoamericanos. Hasta el momento, la afluencia de público no ha llegado a colapsar los accesos a la feria infantil.

Un grupo de vallecanos, padres e hijos, discutían hacia dónde encaminar sus pasos. Acababan de llegar en uno de los autobuses especiales que circulan a diario, de nueve de la mañana a nueve de la noche, entre las estaciones de metro de Canillejas y Arturo Soria y los nuevos recintos feriales. "Hemos venido en bus y metro porque nos temíamos un atascazo como el que hubo en el Simo [feria de informática]", explicaba uno de los padres, ataviado con su correspondiente visera de indio."¿Que hay ocho pabellones?", preguntaba alarmada una joven madre con cara de cansancio. "No, mujer, no, sólo tres: el 2 el 4 y el 8", le respondía otro sufrido progenitor. Ante esta respuesta, la mujer puso una expresión de alivio y se dirigió con sus hijos hacia la zona donde un grupo de niños jugaba partidas de pimpón.

Como Indiana Jones

Rebeca, Samuel y Jesús tres hermanos de 7, 9 y 11 años, respectivamente- salían emocionados del pabellón que acoge la representacióm de 13 países latinoamericanos. Las esculturas y muestras de artesanía indígenas no les habían impresionado, pero sí el recinto de Aventura 92. "Subes por unas cuerdas y tienes que atravesar una zona de agua", narraban, sintiéndose Indiana Jones.

Varios grupos de adolescentes desenvolvían bocadillos en los espacios abiertos que comunican unos pabellones de la feria con otros. Juan Manuel zaban con aspecto aburricio. "Hemos jugado al pimpón, al badminton y al baloncesto, y ahora no sabemos qué hacer, porque la mayor parte de las actividades son para niños pequeños" comentaban quejosos.

En los talleres de marquetería, orfebrería y pintura, los participantes eran menores de 15 años. Muchos de ellos llevaban unas pequeñas máscaras de arcilla que habían elaborado por medio de unos moldes.

Cinco chavales de 14 años, procedentes de Torrejón de un chaval de 15 años di Torrejón, se quedó blanco cuando, en uno de los bares di la feria, le dijeron que la lata de refresco costaba 185 pesetas, y los emparedados, 300 Sus amigos, más previsores habían llevado desde casa los bocatas y las coca-colas. Esi: sí, ninguno de ellos se gastó ui duro en la entrada, que es gra tuita. Tampoco en el autobú especial, en el que se puedi viajar con el abono del Con sorcio Regional de Transpor tes. Si hubieran llegado en co che, el aparcamiento les hubie ra costado 500 pesetas.

Durante 12 años consecuti vos, Juvenalia se ha celebrad( en las instalaciones de Ifemidoz, aparecían derrengados en una esquina. "Es que ha sido una mañana muy agitada", decían para justificar su cansancio. "Hemos ido hasta Madrid en tren; luego, en metro hasta Suanzes, donde nos habían dicho que ponían unos autobuses especiales; no los han puesto y nos hemos tenido que acercar a Canillejas, allí hemos cogido un autobús que nos ha dejado lejos de la entrada, y otra vez a caminar", relataban.

En el recinto dedicado a Cuba, varios niños ensayaban un mambo que haría empalidecer a Pérez Prado. Varios metros más allá, otros pequeños intentaban aprender, con diferente éxito, los pasos básicos del tango. Los talleres de baile son una de las novedades ofrecidas por la sección de Juvenalia dedicada a los países latinoamericanos.

Mientras, un grupo de abuelas esperaban con cara de resignación a que sus nietos acabasen de dar saltos en las camas elásticas. Y dos niños de unos nueve años detallaban a su madre cuál iba a ser el plan de ataque. "Primero vamos a pintarnos la cara; luego, al taller donde hacen flores con hueveras de cartón, y después, a los fútbolines", programaban con detalle ante la cara de desmayo de su progenitora.