Cartas al director

Masajista y cliente

Cansados quizá de presentarnos mundos irreales, algunos creativos publicitarios parecen haber descubierto las excelencias de esos otros mundos que, como sabemos, están también en éste. Hace algunos meses, los frecuentadores de los medios de comunicación se toparon con un anuncio en el que la tortura física era elevada a la conocida categoría de método utilísimo cuando se pretende sonsacar algún secreto.Un masajista se excedía en su relajante labor con el fin de provocar en su cliente la confesión de unas buenas inversiones económicas. Como bien saben los torturadores, el dolor físico siempre e...

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Cansados quizá de presentarnos mundos irreales, algunos creativos publicitarios parecen haber descubierto las excelencias de esos otros mundos que, como sabemos, están también en éste. Hace algunos meses, los frecuentadores de los medios de comunicación se toparon con un anuncio en el que la tortura física era elevada a la conocida categoría de método utilísimo cuando se pretende sonsacar algún secreto.Un masajista se excedía en su relajante labor con el fin de provocar en su cliente la confesión de unas buenas inversiones económicas. Como bien saben los torturadores, el dolor físico siempre es un óptimo remedio contra el mutismo.

Es posible que, alentados por la calidad de esa campaña publicitaria, otros creativos hayan dado con el buen camino a seguir. En esta ocasión, la apología de la tortura como algo amable adopta durante unos. pocos segundos aires sicilianos. Se trata ahora de vender una marca de pizzas, y el modo es similar: la aplicación de pequeñas dosis de tortura para así acceder al conocimiento.

Es enormemente saludable, como no se le ocultará a nadie sensato, que los siniestros recuerdos sean retomados y asimilados a las bondades de este o aquel producto. Sobre todo, cuando el butrón de los bomberos es uno de los avanzadísimos sistemas de patada en la puerta o cuando, día sí y día también, la policía, echando mano de procedimientos bien conocidos en regímenes poco respetuosos con los derechos humanos, sale a cazar insumisos.

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No es de extrañar, por tanto, que la inveterada afición de concebir otros mundos, que siguen estando en éste, por parte de los creativos publicitarios dé con futuros hallazgos narrativos como los que proponen los guionistas del Ministerio del Interior.-

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