Moda para el tacto y el oído

Un local de Bilbao celebra un desfile de modelos destinado a invidentes

Fue un desfile de moda para el tacto y el oído. Un pase de modelos sin pasarela, donde la ropa se tocaba y los maniquíes no paraban de dar explicaciones sobre los tejidos, el corte de los trajes, y el estilo de las prendas. Si el número de fotógrafos y cámaras de televisión que responden a una convocatoria sirve para medir el éxito de un acto social, el desfile de moda para ciegos celebrado ayer en Bilbao, fue un triunfo rotundo. Los invidentes lo pasaron en grande palpando telas, pieles y pedrerías y explicando a los periodistas que ellos también quieren disfrutar de los nuevos diseños."H...

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Fue un desfile de moda para el tacto y el oído. Un pase de modelos sin pasarela, donde la ropa se tocaba y los maniquíes no paraban de dar explicaciones sobre los tejidos, el corte de los trajes, y el estilo de las prendas. Si el número de fotógrafos y cámaras de televisión que responden a una convocatoria sirve para medir el éxito de un acto social, el desfile de moda para ciegos celebrado ayer en Bilbao, fue un triunfo rotundo. Los invidentes lo pasaron en grande palpando telas, pieles y pedrerías y explicando a los periodistas que ellos también quieren disfrutar de los nuevos diseños."Hola, me llamo Óscar". Así rompía el hielo un esbelto moreno de 22 años, mientras tendía la mano hacia Juani, ciega desde hace sólo un año. "Llevo una chamarra de nobuck con cuello de paño", explicaba al detalle. "Toca, toca". Todos los modelos que desfilaron se tomaron muy en serio el trabajo. Otras veces hieráticos y distantes sobre la pasarela, ayer animaban a los ciegos a que les palparan la ropa.

"Soy morena, con el pelo a lo charlestón", explicaba Idoya vestida de novia con un traje de encaje y tafetán. "¿Y cuanto mides, guapa?", le preguntó-Julio, un orondo bilbaíno, de perilla canosa que presumía de buen gusto. A su amigo Jaime, de 63 años, todo vestido de cuero negro, las chicas le parecieron "estupendas y simpatiquísimas". A sus pies esperaban tan tranquilos Darno y Busles, una pareja de perros guía, adiestrados en Estados Unidos.

Los invidentes, no más de una treintena, acudieron acompañados de familiares y amigos.

Estíbaliz llegó de las primeras a la sala para presenciar por primera vez un desfile de moda. Ciega de nacimiento, dejó a sus compañeras muertas de envidia en clase de inglés para asistir al desfile acompañada de su padre. A sus 12 años, imagina los colores como sensaciones, dificiles de explicar pese a la precisión con que maneja el lenguaje. "El rojo es como el fuego; el negro, triste" decía.

Mimados por los modelos, los ciegos no se perdieron detalle, pero los videntes casi no puedieron distinguir las trenkas de los vestidos de novia entre las cabezas de los fotógrafos y las cámaras de televisión que invadían la sala. Ni el calor ni estas pequenas molestias preocuparon a los que acudieron al desfile. "A ver si copian por ahí y se acuerdan más de los ciegos", resumía uno de los asistentes.

La experiencia sorprendió tanto a los modelos como a los invitados al desfile. "Ahorita lloro" decía Elena reprimiendo las lágrimas para no arruinar el espeso maquillaje. Esta cubana de acento dulce no escatimaba adjetivos para explicar lo que ha vivido en el pase. "Ha sido impresionante, emocionante, genial" repetía ante los periodistas. "Hemos conseguido una comunicación muy intensa con todas las personas ciegas".

Iñaki, de 32 años, uno de los modelos con más experiencia de los que participó en el desfile, reconocía cuando la sala todavía estaba vacía que había nervios en el vestuario. "Estamos un poco intimidados", decía. Pero sus dudas se esfumaron en cinco minutos. Sudoroso por culpa de la aglomeración y el traje de impecable etiqueta, se mostraba satisfecho con el resultado. "Mejor, imposible".

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