EN EL FALLECIMIENTO DEL EX ALCALDE

El hombre orquesta

Ahora se recuerda con cierta ternura aquella etapa de la travesía del desierto que se prolongó entre 1982 y 1986 cuando los escaños del CDS estaban ocupados, como únicos representantes, por Adolfo Suárez y Rodríguez Sahagún. "Adolfo Suárez y yo pensamos" era el estribillo permanente de "Agustín" al exponer su opinión sobre las más variopintas materias.Rodríguez Sahagún parecía un hombre orquesta, como se comentaba en broma por los pasillos del Congreso. Estaba en todos los frentes. Nunca subía a la tribuna de oradores con intervenciones escritas, se acomodoba con los codos en el ...

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Ahora se recuerda con cierta ternura aquella etapa de la travesía del desierto que se prolongó entre 1982 y 1986 cuando los escaños del CDS estaban ocupados, como únicos representantes, por Adolfo Suárez y Rodríguez Sahagún. "Adolfo Suárez y yo pensamos" era el estribillo permanente de "Agustín" al exponer su opinión sobre las más variopintas materias.Rodríguez Sahagún parecía un hombre orquesta, como se comentaba en broma por los pasillos del Congreso. Estaba en todos los frentes. Nunca subía a la tribuna de oradores con intervenciones escritas, se acomodoba con los codos en el atril y desde allí lo mismo rebatía al ministro de Economía que al de Educación, siempre en buen tono y con una sonrisa en los labios.

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Otra de las facultades que desplegó durante los años de soledad fue la de un extraordinario propagandista. "Esto es importantísimo", manifestaba con gesto grave cuando quería vender a la prensa la última iniciativa que en solitario había elaborado.

Rodríguez Sahagún, aunque en los últimos meses había perdido muchos kilos, era también conocido por su afición a la buena mesa, la música y la pintura, así como por su generosidad para hacerse económicamente responsable de obras literarias de autores desconocidos.

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