Soñar en color
Sueños negros, que no pesadillas. Una discoteca donde el hombre blanco no es malvenido siempre que pague al entrar. No nos referimos a un sitio, ¡otro más! dedicado a la salsa alternativa y los merengues de culebrón, sino a una discoteca que no está de moda. Con paredes cubiertas de espejitos, flores que no mueren porque nunca han estado vivas y bola giratoria que lanza desde el techo mil destellos para marear a los patosos, en Sueños se bailan ritmos subsaharianos de verdad y el pinchadiscos, con buen criterio, tuerce el gesto al rostro pálido que se acerca hasta él, pidiendo a Juan Luis Guer...
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Sueños negros, que no pesadillas. Una discoteca donde el hombre blanco no es malvenido siempre que pague al entrar. No nos referimos a un sitio, ¡otro más! dedicado a la salsa alternativa y los merengues de culebrón, sino a una discoteca que no está de moda. Con paredes cubiertas de espejitos, flores que no mueren porque nunca han estado vivas y bola giratoria que lanza desde el techo mil destellos para marear a los patosos, en Sueños se bailan ritmos subsaharianos de verdad y el pinchadiscos, con buen criterio, tuerce el gesto al rostro pálido que se acerca hasta él, pidiendo a Juan Luis Guerra. La otra ventaja es su atípica situación, cerca de Bravo Murillo. Discoteca Sueños. Calle San Enrique, número 2.