El ahorro familiar aumentó espectacularmente en 1990

Las familias españolas ahorraron el año pasado un billón de pesetas más que en 1989. No ha sido necesario ningún incentivo fiscal para que el ahorro familiar subiera un 39%. El empeoramiento de las expectativas -es decir, el temor a un futuro peor- ha sido suficiente para posponer la compra de bienes de consumo duradero, como los automóviles, y aumentar el ahorro.El ahorro bruto de las familias alcanzó en 1990 los 3,3 billones de pesetas, frente a los 2,4 billones del año anterior. El principal destino que éstas dan a ese ahorro es la compra de viviendas. Pero mientras que en 1989 se desti...

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Las familias españolas ahorraron el año pasado un billón de pesetas más que en 1989. No ha sido necesario ningún incentivo fiscal para que el ahorro familiar subiera un 39%. El empeoramiento de las expectativas -es decir, el temor a un futuro peor- ha sido suficiente para posponer la compra de bienes de consumo duradero, como los automóviles, y aumentar el ahorro.El ahorro bruto de las familias alcanzó en 1990 los 3,3 billones de pesetas, frente a los 2,4 billones del año anterior. El principal destino que éstas dan a ese ahorro es la compra de viviendas. Pero mientras que en 1989 se destinó casi la totalidad de ese ahorro bruto familiar a la inversión en vivienda, el año pasado quedó un remanente -o ahorro financiero neto- muy superior.

El ahorro financiero neto de las familias seguía una senda decreciente desde 1985, en 1989 llegó a su punto mínimo, y el año pasado se disparó al pasar del 1,7% del producto interior bruto (PIB) hasta el 2,6%. La importancia de este ahorro neto es que sirve para financiar las necesidades de inversión de los otros dos sectores de la economía: las empresas y el sector público.

Hasta 1988, el ahorro neto de las familias era más que suficiente para financiar la inversión empresarial, es decir, aún quedaba un excedente para cubrir el déficit público. Esa tendencia se quebró en 1989, y las autoridades económicas y monetarias criticaron el recalentamiento de la economía y el escaso interés de los ciudadanos por el ahorro.

Este problema se solucionó el año pasado y con el ahorro familiar prácticamente se cubre la inversión de las empresas. Pero frente a ese prudente comportamiento de los ciudadanos, el sector público ha elevado su déficit un 42%. Para financiar los casi dos billones de pesetas (el 3,8% del PIB) a que asciende el déficit conjunto de las Administraciones Públicas (Estado, autonomías y Ayuntamientos) no sería suficiente, por ejemplo, el total de fondos que la economía española recibe del exterior por el saldo de la balanza de pagos.

La comparación de todos estos datos aparece en el informe sobre las Cuentas Financieras de la Economía Española, que ha elaborado el Banco de España. La foto fija que ofrece el informe del banco emisor sobre los desequilibrios de la economía permite ver cuáles son los sectores que colaboran con más intensidad a los dos déficit (del sector público y del sector exterior) contra los que el Gobierno arbitró su política de enfriamiento.

En 1989, los déficit público y exterior ascendían, cada uno, al 3% del PIB o 1,3 billones de pesetas. Pero si la búsqueda de culpables apuntaba entonces a la lentitud para rebajar el déficit público y al afán de consumo de los ciudadanos, el año pasado sólo encuentra a las Administraciones Públicas. Éstas elevaron su déficit hasta el 3,8% del PIB, gracias, principalmente, a la colaboración de comunidades autónomas y ayuntamientos, dónde el déficit aumentó un 65%. De otra forma, si las familias no hubieran aumentado tanto su ahorro, el déficit exterior (de la balanza de pagos) habría rondado el 4% del PIB, en lugar de estabilizarse en el 3,2%.

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