TOUR 1991 DE FRANCIA

Sorensen deja el liderato en manos de LeMond

El pelotón se puso nervioso ayer. La etapa era corta (149,5 kilómetros), hay muchos aventureros en busca de notoriedad, y hubo un final accidentado a la entrada de Valenciennes que propició numerosas caídas. El parte de incidencias destacó una escapada del español Mauri con otros cuatro corredores durante 50 kilómetros, el ataque diario del italiano Chiapucci a la fortaleza de LeMond y la desgraciada caída del líder, el danés Sorensen, con fractura de clavícula. LeMond manifestó en la meta que no se vestiría de amarillo por respeto a Sorensen, que hoy, según el director de su equipo, no tomará...

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El pelotón se puso nervioso ayer. La etapa era corta (149,5 kilómetros), hay muchos aventureros en busca de notoriedad, y hubo un final accidentado a la entrada de Valenciennes que propició numerosas caídas. El parte de incidencias destacó una escapada del español Mauri con otros cuatro corredores durante 50 kilómetros, el ataque diario del italiano Chiapucci a la fortaleza de LeMond y la desgraciada caída del líder, el danés Sorensen, con fractura de clavícula. LeMond manifestó en la meta que no se vestiría de amarillo por respeto a Sorensen, que hoy, según el director de su equipo, no tomará la salida.

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La etapa de ayer disponía un kilometraje desacostumbradamente corto, tanto que era susceptible de provocar a los más nerviosos y a los aventureros. Entre los muchos que lo intentaron estuvo, naturalmente, el italiano Chiapucci, dispuesto a labrarse un prestigio como corredor agresivo. También anduvo en las emboscadas el español Mauri, confabulado con otros cuatro colegas. Mauri llegó a poseer una ventaja superior a los tres minutos, que encendió la señal de alarma. Ello y su recién adquirida ama gracias al triunfo en la Vuelta, obligó al pelotón a reaccionar. A Mauri le van a regalar muy pocas cosas de ahora en adelante; los mejores le van a pasar factura.Sin embargo, los nervios se desataron muy al final. Coincidió un ataque de Chiapucci con la entrada en la ciudad de Valenciennes, que presentaba un recorrido urbano accidentado por la peligrosa presencia de varias rotondas. La velocidad del pelotón se hizo peligrosa porque hay ocasiones en el que el gran grupo no repara en precauciones: los favoritos están en guerra y los sprinters se juegan parte de su salario.

Los accidentes fueron destrozando la unidad de la carrera y al tramo final se llegó con una radiografía del pelotón algo confusa: a ciencia cierta no se conocía con exactitud la ubicación de cada cual. Una vez más, el gran favorecido de la jornada fue LeMond, que llegó por delante de sus rivales y acompañado únicamente por Chiapucci.

El líder, el danés Sorensen, fue el más afectado, al sufrir una caída a cuatro kilómetros de la llegada en la que se fracturó la clavícula izquierda. Cruzó la meta muy dolorido, y los médicos y el director del Ariostea, su equipo, le recomendaron, tras realizarle un examen en un hospital, que hoy no tomase la salida, por lo que LeMond pasaría a llevar el maillot de líder.Delgado perdió 5 segundos

Las diferencias no fueron notables en el final caótico. LeMond y Chiapucci obtuvieron cinco segundos de renta sobre Delgado, Bugno, Breulcink, Induráin y Fignon. El propio Fignon había dado con sus huesos en el suelo. %Qué tal la jornadaT', le preguntaron. "Ya ve, en bicicleta", contestó con cara de pocos amigos. Las caídas fueron numerosas.

Sin embargo, es Chiapucci el hombre dispuesto a ser noticia diaria. Lo hace sin disimulo, como parece ser su talante. "pienso atacar cada día a LeMond", dijo por la mañana. Dicho y hecho: desde la contrarreloj por equipos, el italiano no ha desistido en su intento. Chiapucci es de la opinión que LeMond no está tan en forma como parece y que sus ataques diarios terminarán por desgastarle algo más de lo normal cara a la contrarreloj del sábado. Es una táctica sencilla y descarada, que empieza a despertar adhesiones.

Semejante estrategia no parece ir en consonancia con lostiempos que corren, más proclives a utilizar la sutileza en las labores de desgaste, pero tiene sus partidarios. Chiapucci, a fuerza de dar la cara, hacer el papel de esquirol o mantener una disputadialéctica con LeMond (el americano llamó bandido al italiano, el italiano cobarde al americano) se ha granjeado una gran popularidad no exenta de una incipiente imagen de liderazgo.

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