Cartas al director

La nueva ONCE

Soy una persona que por circunstancias estoy algo cercana a la ONCE. Hace algo más de un ano empecé a descubrir la, hasta entonces la desconocida organización. Comencé a conocer los servicios que prestaba a invidentes, deficientes visuales y otro tipo de minusválidos, haciendo todo lo posible por promocionar a las personas, dándoles autonomía y dignidad. Empecé a sentir admiración por la ONCE y sus gentes.Pero en estos días la decepción se ha hecho dueña de mí, y esa sonrisa que me producían las cosas de la ONCE se me ha congelado, cual si de una instantánea se tratase.

Con los conflict...

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Soy una persona que por circunstancias estoy algo cercana a la ONCE. Hace algo más de un ano empecé a descubrir la, hasta entonces la desconocida organización. Comencé a conocer los servicios que prestaba a invidentes, deficientes visuales y otro tipo de minusválidos, haciendo todo lo posible por promocionar a las personas, dándoles autonomía y dignidad. Empecé a sentir admiración por la ONCE y sus gentes.Pero en estos días la decepción se ha hecho dueña de mí, y esa sonrisa que me producían las cosas de la ONCE se me ha congelado, cual si de una instantánea se tratase.

Con los conflictos laborales que están acaeciendo estoy descubriendo una dicotocomía en el seno de tan inmaculada organización. Para colmo, convertida en lucha de clases. Por un lado, la patronal, pretendiendo defender sus intereses a ultranza, enriquecerse lo más posible para que después revierta en los afiliados en prestación de servicios. Por otro lado, los protagonistas, los que han hecho posible la cimentación de la casa encantada. Que en estos momentos, a la hora de formular sus justas reivindicaciones de mantener la misma comisión, se encuentran con una patronal dura, rancia y vertical, que utiliza las mismas formas coactivas que en los buenos tiempos de antiguos regímenes.

Señor Durán, no permita que esta casa se venga abajo porque se resquebrajen los cimientos. Olvídese en este momento de su papel de empresario audaz al estilo nipón y adopte una postura de compañero que sufre las limitaciones que sufren todos los afiliados y que padece las consecuencias que eso tiene en esta sociedad.

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Señor Durán, no caiga en la tentación de dejar de mirar con el corazón para mirar con el puño a base de golpe en la mesa, y, por favor, no utilice demagogias tales como que son un número reducido de vendedores. Usted bien sabe la dependencia que hay del cupón como única posibilidad de sustento en la vida y del miedo que transmiten las posturas coactivas de algunos delegados territoriales.

Señor Durán, permítame decirle que la mejor publicidad de la ONCE la hacen sus afiliados.

Señor Durán, permítame recordarle que los cientos de miles de millones que usted mueve con su grupo de empresas-ONCE y que las 150.000 personas que cobran su nómina directamente de la ONCE son gracias a la gente que, como María Magdalena en la calle de los Jazmines, reparten por las esquinas la ilusión de todos los días. ...-

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