Sólo 817 personas presentaron reclamación el año pasado en Barajas

La cantidad de quejas que se llegan a escuchar con un simple paseo por el aeropuerto demuestra que son más las protestas del momento que las reclamaciones reales. Durante el pasado año, tan sólo 817 personas dejaron constancia escrita de su enfado. Este año la tendencia va al alza, según fuentes del aeropuerto.Desde una norteamericana para quien es increíble no poder telefonear a Estados Unidos desde la terminal internacional hasta un viajero que en tres de los cuatro vuelos que ha cogido esta semana le han perdido el equipaje, las quejas que se reciben en Barajas rozan la comicidad por incomp...

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La cantidad de quejas que se llegan a escuchar con un simple paseo por el aeropuerto demuestra que son más las protestas del momento que las reclamaciones reales. Durante el pasado año, tan sólo 817 personas dejaron constancia escrita de su enfado. Este año la tendencia va al alza, según fuentes del aeropuerto.Desde una norteamericana para quien es increíble no poder telefonear a Estados Unidos desde la terminal internacional hasta un viajero que en tres de los cuatro vuelos que ha cogido esta semana le han perdido el equipaje, las quejas que se reciben en Barajas rozan la comicidad por incomprensibles.

La nortemericana que no podía llamar a EE UU y no comprendía cómo se había eliminado un locutorio, ni cómo no podía llamar por el telefóno de monedas y tampoco cómo en todo el aeropuerto no había un teléfono con tarjeta de crédito, amenazó con no volver a España. Recibió como respuesta que Telefónica tomó la decisión de cortar la línea de los locutorios porque la empresa arrendataria del servicio no pagaba.

Ni las llamadas intercontinentales ni las maletas llegan a su destino en ocasiones. Éste es el caso de una pasajera que se trasladó a Madrid a las 20.30 para una cena de compromiso y la maleta con su vestido de noche se perdió en el limbo.

Algunas de las quejas de este último mes que, reservando el anonimato del denunciante, se han mostrado a este periódico rezuman la ironía de la mala leche. Otras son más directas, como la de la pasajera que tras un retraso de 11 horas se siente: "Desprotegida, enfadada e indefensa ante tanta incompetencia", para acabar preguntándose si ésta es la España del 92.

Rizar el rizo

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Otro pasajero acude a reclamar tras un encontronazo con la Iglesia: "Mi asiento estaba averiado y sólo quedaba uno en primera. En lugar de trasladarme allí, llevan a un sacerdote y me hacen ocupar su puesto. Cuando protesto, la respuesta de la azafata es que así lo deseaba un obispo que iba en primera".

Para rizar el rizo, hay quien presenta una reclamación por el libro de reclamaciones: "Esta compañía trata a sus clientes peor que ganado y ni siquiera tiene un libro de reclamaciones de repuesto".

Desde los reclamantes que escriben auténticas bitácoras de desgracias de un folio de extensión hasta los concisos que se limitan a: "Esto es una mierda", hay un amplio abanico de personalidades que plasman su visión de un servicio que consideran caótico y por cuyas instalaciones de Barajas pasaron en 1990 más de 16 millones de pasajeros.

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Los usuarios lamentan la deficiente información en Barajas

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Un francés escribe en tono airado que lleva un retraso de dos horas, que ha perdido una reunión en París y que su jornada laboral se paga a 5.000 francos (90.000 pesetas) y que cuando solicita una sala para trabajar hasta que salga su vuelo le contestan que sólo hay este servicio para clases especiales.

La falta de información y el desconocimiento de los viajeros es el principal problema. El director del aeropuerto, Fernando Mosquera, manifestó ayer que la mayoría de las reclamaciones que reciben los chaquetas rojas (de Iberia) y los chaquetas verdes (del aeropuerto) se refieren a este punto. "Muchas veces no se ofrece más información porque no lo sabemos, y a veces ni la propia compañía aérea la tiene", explica Mosquera.

Algunas reclamaciones utilizan el tono de las instancias en plan: "Mostrando mi más absoluta Indignación con la compañía Iberia por la absoluta desidia con que trata al usuario". Entre las reclamaciones de los últimos meses aparece la excepción que se le supone a toda regla: "Quiero dejar constancia del buen funcíonarmento, además del carácter gratuito del servicio de consigna del aeropuerto".

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