Mauri ratificó en la sierra madrileña su éxito

Melchor Mauri, fiel a la táctica que le ha permitido salvar la montaña sin sufrir daños irreparables, se ratificó ayer en la sierra madrileña como propietario definitivo de la Vuelta ciclista a España. Los cinco puertos de montaña permitieron que sus dos máximos rivales, Miguel Induráin y Federico Etxabe, perpetrasen ataques condenados al fracaso, pero que dotaron de belleza y una mínima dosis de emoción a la penúltima jornada de la carrera. Anselmo Fuerte, enfermo, tuvo que abandonar cuando ocupaba el 13º lugar de la clasificación general. La victoria fue para el español Jesús Montoya.
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Melchor Mauri, fiel a la táctica que le ha permitido salvar la montaña sin sufrir daños irreparables, se ratificó ayer en la sierra madrileña como propietario definitivo de la Vuelta ciclista a España. Los cinco puertos de montaña permitieron que sus dos máximos rivales, Miguel Induráin y Federico Etxabe, perpetrasen ataques condenados al fracaso, pero que dotaron de belleza y una mínima dosis de emoción a la penúltima jornada de la carrera. Anselmo Fuerte, enfermo, tuvo que abandonar cuando ocupaba el 13º lugar de la clasificación general. La victoria fue para el español Jesús Montoya.

El corredor del Amaya fue el mejor en el sprint final del grupo de siete corredores que llegaron ligeramente destacados a la meta instalada en Palazuelos de Eresma.Mauri volvió a perder de vista a sus más importantes rivales. Fue durante escasos kilómetros, cuando se superaron las mayores dificultades montañosas, los puertos de la Morcuera y Cotos. Pero el líder, a fuerza de repetirse la situación, ha acabado por encontrarse cómodo y seguro pese ver cómo se alejaban quienes aún aspiraban a romper su dominio. Además perdió el concurso de un posible ayudante, su compañero Fuerte, que aquejado por una bronquitis, tuvo que despedirse de la carrera en la que había partido como uno de los candidatos al triunfo y en la que sigue sin poder triunfar cuando ya tiene 29 años y pese a que ha sido tercero en dos ocasiones, en 1988 y 1990.

Mauri permaneció retrasado junto a Induráin en las últimasr rampas de la Morcuera, mientras que el resto de favoritos coronaba la cima con casi medio minuto de ventaja. En Cotos se repitió la situación pero con el agravante de que el jefe de filas del Banesto también estuvo en el grupo delantero junio a Etxabe, Laudelino Cubino, Fabio Parra y el compañero de Mauri, Marino Lejarreta, que se mantuvo a rueda en una labor disuasoria. LLevar al corredor vasco pegado a sus talones resultaba altamente peligroso para los rivales del ONCE.

La ofensiva en el ascenso al último puerto de la etapa, el de Navacerrada, situado a 25 kilómetros de la meta, fue indiscriminada. Atacó Jon Unzaga (Seur), Cubino (Amaya), Ruiz Cabestany (Clas) y el propio Induráin. Pero Mauri se mantuvo en todo momento a rueda de éste último y alejó cualquier tipo de duda respecto al orden en el que ambos subirán al podio esta tarde en Madrid.

Todos los movimientos se redujeron a partir de ese momento a la lucha por la victoria de etapa. En tal sentido Cubino se mostró como un obstinado candidato. No se contentó con dejar atrás al selecto pelotón de favoritos. Tampoco admitió la compañía de Iñaki Gastón (Clas). Coronó el puerto en compañía de Unzaga e Intentó abrir hueco en el vertiginoso descenso que conducía hacia Palazuelos de Eresma pese a que no recibió un solo relevo del corredor del Seur.

Pero el grupo, bajo la impulsión primero del equipo Clas, deseoso por contar una mínima opción para ganar al menos una primera etapa, se acercó le, suficiente para que algunos de sus componentes fueran sumándose a la cabeza de carrera.

Al final la estrategia del equipo Amaya, tras el descomunal trabajo de Cubino, fue premiada con la victoria -tercera del grupo en la Vuelta- de su compañero de equipo, Jesús Montoya, que remontó en última instancia el esprint final lanzado por el colombiano Néstor Mora.