La barrera del Atlético bloqueó al Madrid

Quizá Tomislav Ivic, el entrenador del Atlético de Madrid, sea despedido hoy. Conociendo al presidente, Jesús Gil, cualquier cosa es posible. El lunes ya amenazó a Ivic, con el equipo invicto tras nueve partidos y en segundo lugar en la Liga. Hasta puede que el empate de anoche en el Bernabéu le parezca un fracaso. La lógica de Gil es impredecible, quizá porque no tiene lógica. Pero lo cierto es que sus amenazas no sirven para nada. Ayer Ivic construyó un esquema ultraconservador y desoyó la filosofía ofensiva de Gil. Y con esa defensa a ultranza logró un resultado positivo para una eliminator...

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Quizá Tomislav Ivic, el entrenador del Atlético de Madrid, sea despedido hoy. Conociendo al presidente, Jesús Gil, cualquier cosa es posible. El lunes ya amenazó a Ivic, con el equipo invicto tras nueve partidos y en segundo lugar en la Liga. Hasta puede que el empate de anoche en el Bernabéu le parezca un fracaso. La lógica de Gil es impredecible, quizá porque no tiene lógica. Pero lo cierto es que sus amenazas no sirven para nada. Ayer Ivic construyó un esquema ultraconservador y desoyó la filosofía ofensiva de Gil. Y con esa defensa a ultranza logró un resultado positivo para una eliminatoria de Copa La duda que dejó Ivic sin resolver es si el empate es consecuencia del buen ajuste defensivo, o si el Atlético dejó escapar una gran oportunidad de volver a ganar en el Bernabéu. En todo caso, esa defensa, con jugadores capaces de salir con el balón controlado y mirando al frente, aguantó los mejores 45 minutos del Real Madrid en el Bernabéu este año, al margen del festival contra el Sevilla. Al esquema del Atlético sólo le faltó una cosa: Futre. Sin él, desaparece la velocidad en el contraataque.Los dos equipos madrileño tienen un grave problema gene racional, y ayer quedó más en evidencia que nunca. Dependen de treintañeros, que ya no soportan un derroche físico de 90 minutos. Schuster, en el Atlético, y Gordillo y Hugo, en el Madrid, son los llamados a decidir un partido, y sus condiciones no son las mismas de antaño. Schuster duró 45 minutos antes de desaparecer engullido por la presión blanca. Hugo Sánchez ha reducido claramente sus movimientos, y aunque conserva su instinto asesino abre menos espacios para sus compañeros. Y Gordillo, que acaba de salir de una lesión de cuatro meses, fue sometido a una sesión de tortura por sus propios compañeros.

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Di Stéfano colocó a Michel junto a Gordillo, como lanzador, y todo el equipo adquirió una rápida querencia hacia la izquierda. Ese fue el error del Madrid cuando encerró al Atlético. Todos los ataques acababan en la zona de Gordillo, sin crear alternativas que provocasen confusión.

En busca del mito Gordillo, el Madrid perdió la eficacia de Michel por el carril derecho, donde Villarroya y Aragón nunca pudieron con Tomás y Juan Carlos. Cuando Pizo Gómez dejó un metro de libertad a Gordillo, éste utilizó su pierna de goma para lanzar uno de esos centros de rosca tan difíciles de ver ya. Pero Pizo, una bestia física, apenas cometió errores de concentración en su marcaje, y Michel se diluyó en una labor de construcción, lejos de esos metros finales en los que sirve los balones de gol.

La ausencia de Futre permitió que el Madrid arriesgase más en su planteamiento. Di Stéfano colocó a Sanchis en el centro del campo, dejando sólo a tres hombres en la defensa. El esquema le permitió arrinconar al Atlético durante la primera parte. Las únicas respuestas llegaron en algunos lanzamientos de Schuster, que parecía haber olvidado que Futre no estaba en el campo. Rodax es lento de arrancada, y Manolo juega semi-lesionado, y los balones llegaban siempre francos para los defensas del Madrid. Ivic debería haber apostado ayer por la velocidad de Sabas, que posiblemente habría frenado la euforia ofensiva del Madrid, obligándole a pensar algo más en su defensa.

Con fluidez en los pases, cortos y rápidos, el control del balón era siempre madridista, aunque las avalanchas morían siempre en la barrera atlética. La defensa rojiblanca tiene oficio y calidad. Sabe cortar y sabe crear.

Juanito, Donato y Solozábal, apoyados por el esfuerzo físico de Pizo Gómez, Juan Carlos y Tomás, aguantaron el chaparrón del Madrid sin que su portero Abel llegase a sentirse presionado.

De hecho, en los primeros 45 minutos de dominio absoluto, el Madrid sólo disparó a puerta tres veces: un remate lejano de Aragón (m. 9), un tiro a bocajarro de Villaroya que detuvo Abel (m. 22) y una chilena de Hugo que desvió Juan Carlos (m. 33).

Cuando Rodax hizo de Futre, el partido cambió. Sólo ocurrió una vez, esa es la verdad, y para ello fue necesario que se juntasen un error de Butragueño, un resbalón de Tendillo y un despiste de Solana. El colmo habría sido que, juntándose tantas desgracias en tan pocos metros, Rodax no hubiese sido capaz de marcar.

El partido perdió intensidad en la segunda parte. El Madrid notó el cansancio, y el Atlético optó ya por el descaro defensivo. Schuster desapareció, y con él la escasa tendencia ofensiva de su equipo. Al Madrid le salvó, una vez más, Hugo Sánchez. El mexicano se trabajó el gol a conciencia. Mareó a Abel, le molestó en su salida, provocó el único momento de caos en todo el partido de la defensa rojiblanca, y acabó rematando de chilena.

El encuentro se fue apagando poco a poco, sin emoción. El Madrid se perdía en diálogos interminables que no cruzaban la barrera atlética. No tuvo ni esa rabia de los últimos minutos que le caracterizaba en años anteriores. Fue incluso el Atlético, en movimientos más de pérdida de tiempo que de intención ofensiva, el que se acercó dos veces a gol: un balón que Chendo salvó antes de que Rodax rematase -y que le costó una fractura al austríaco-, y un avance de Tomás que acabó en falta -sus compañeros reclamaron penalti- justo al borde del área. Hasta en eso se notó la ausencia de Futre. En esa zona, siempre cae mejor que Tomás.

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