Tribuna:

'Gourmets'

Hay algo peor que la muerte: el sufrimiento anticipado de la misma. De hecho, y según los expertos en el tema, la muerte no duele porque no es más que un recorrido por un tubo cartilaginoso al final del cual hay una habitación con la luz encendida. Lo que duele, pues, es la recreación anticipada de ese instante. Ya se sabe que no hay peor tortura que la que produce una imaginación espoleada por el miedo. Esa es precisamente la tortura de esta guerra diseñada por especialistas en marketing y promociones bélicas. Parece un cuento de terror de Borges. Antes de que hubiera estallado, ya ten...

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Hay algo peor que la muerte: el sufrimiento anticipado de la misma. De hecho, y según los expertos en el tema, la muerte no duele porque no es más que un recorrido por un tubo cartilaginoso al final del cual hay una habitación con la luz encendida. Lo que duele, pues, es la recreación anticipada de ese instante. Ya se sabe que no hay peor tortura que la que produce una imaginación espoleada por el miedo. Esa es precisamente la tortura de esta guerra diseñada por especialistas en marketing y promociones bélicas. Parece un cuento de terror de Borges. Antes de que hubiera estallado, ya teníamos sus imágenes en la retina: una niña, desesperada y desnuda, corre por una carretera rota con la piel abrasada por los gases; un hombre, de rodillas, espera el disparo de la pistola que le oprime la sien. Su masa encefálica nos salpicará a todos.Los expertos en mercadotecnia ya saben cuántas bajas se van a producir, cuántos heridos, cuántas mutilaciones. En la próxima guerra no sólo se sabrá por anticipado el número de muertos, conoceremos con meses de adelanto sus nombres, sus manías y su código de identificación fiscal. De esta manera, cuando a uno le manden a la guerra podrá saber con tiempo si va a regresar completamente muerto, con una pierna menos o loco de atar. Son las ventajas de la planificación y el orden, el orden público, se entiende.

Aunque quizá no tenga mucho interés conocer esos datos. Después de todo, en las guerras mueren siempre los mismos. Llevan siglos muriendo los mismos, como en la construcción, que el año pasado se cobró en este país 50 vidas. Pero no sabían de qué manera o cuándo se iban a caer del andamio. Y es que el horror contiene muchas variedades; ésta que nos están sirviendo ahora debe ser sólo para gourmets, como Inocencio Arias, porque a mí, que soy de provincias, no me gusta. No me gusta nada.

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