Tribuna:

Animales

El misterio de la naturaleza incluye la mirada de los perros, las entrañas de los tigres, la sangre de los caballos. Después de celebrar el nacimiento de la luz, cuando enero ya está mediado, las gentes ponen a sus animales bajo la protección de la divinidad. En el inicio de los tiempos , el sentimiento religioso fue un mito de zoología: chacales, serpientes, tauros, ciervos y corderos eran ellos mismos deidades. Unas nos devoraban, otras nos servían de sustento, y este juego engendró la mística. Después de adorar la epifanía del Sol, los hombres idolatraron a las fieras, y de esa pasión oscur...

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El misterio de la naturaleza incluye la mirada de los perros, las entrañas de los tigres, la sangre de los caballos. Después de celebrar el nacimiento de la luz, cuando enero ya está mediado, las gentes ponen a sus animales bajo la protección de la divinidad. En el inicio de los tiempos , el sentimiento religioso fue un mito de zoología: chacales, serpientes, tauros, ciervos y corderos eran ellos mismos deidades. Unas nos devoraban, otras nos servían de sustento, y este juego engendró la mística. Después de adorar la epifanía del Sol, los hombres idolatraron a las fieras, y de esa pasión oscura nacieron hijos comunes que tal vez hoy perduran en el fondo de nuestra espiritualidad. En estos días de enero había desfiles rituales de cerdos, canes, yeguas y rocines de labranza ataviados con gualdrapas y borlas vivas sobre la escarcha, y en medio de la piara o de la jauría veías al gran sacerdote que los bendecía adornado con cuernos de oro y una capa brocada simulando ser un antiquísimo venado. El corazón de los animales ha sido en cualquier oficio de tinieblas un buen refugio para la desolación, y ahora que los hombres se matan en masa uno interroga los ojos de su perro implorando un poco de benevolencia, pero el perro te devuelve el desprecio por tu condición humana con una mirada irónica. Por estas fechas de enero, con la helada, los animales celebran su festividad, puesto que aún queda en su interior la memoria de cuando eran dioses y nos nutrían o nos devoraban. Ellos nunca fueron expulsados del Edén, por eso en sus vísceras aún llevan la respuesta a ciertos enigmas. Hoy mismo, sobre el Paraíso Terrenal, la especie de los racionales se está despedazando, y las víboras, los lobos y los alacranes no salen de su asombro. Tratan de ayudarnos a firmar un armisticio. Podemos preguntar a las entrañas del tigre qué será de nosotros si la guerra continúa, pero mientras tanto, si suena la sirena de alarma, corre a refugiarte en el corazón de tu perro. Recibirás allí una lección de ternura en medio de esta terrible matanza.

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