Spasic facilitó la derrota del Madrid en Valencia

La alineación de Spasic en Valencia pudo ser interpretada como una concesión gratuita de Toshack. Es muy de su estilo, más próximo a la soberbia que a la ductilidad. Como quiera que Spasic terminó descalabrando todo el andamiaje que edificó el Madrid en la primera parte, período en el que desveló ciertas notas de identidad, la decisión, gratuita o no, se convertirá en un argumento a tener en cuenta. Toshack vive según la cuenta de resultados y Spasic es un producto puesto en entredicho por los rectores de la casa. Gracias a Spasic, el Valencía se encontró con el partido resuelto al llegar ...

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La alineación de Spasic en Valencia pudo ser interpretada como una concesión gratuita de Toshack. Es muy de su estilo, más próximo a la soberbia que a la ductilidad. Como quiera que Spasic terminó descalabrando todo el andamiaje que edificó el Madrid en la primera parte, período en el que desveló ciertas notas de identidad, la decisión, gratuita o no, se convertirá en un argumento a tener en cuenta. Toshack vive según la cuenta de resultados y Spasic es un producto puesto en entredicho por los rectores de la casa. Gracias a Spasic, el Valencía se encontró con el partido resuelto al llegar al descanso, sin haber hecho demasiados méritos para ello.

Son el Madrid y el Valencia dos equipos que sufren problemas de identidad. El Madrid porque se ha involucrado en una guerra de caracteres y ha dado rienda suelta a sus miserias internas y el Valencia porque ha perdido el guión: confiaba en interpretar el papel de aspirante, pero acumuló tal desprestigio en la pretemporada (aquel 1-7 ante los reservas madridistas) que ahora deambula por la Liga en papeles secundarios. En esas circunstancias, detalles aleatorios adquieren grado decisivo. Decisiva fue la acción de Spasic que condujo al primer gol; decisivo fue, quizás, colocarle en la alineación. Pertinaz fue mantenerle en la segunda parte.

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Antes de producirse ese detalle trascendente que dio lugar al primer gol, el Madrid logró dominarse a sí mismo, que significa menguar sus desequilibrios y hacer que la proximidad entre Hagí y Michel más el acompañamiento de Maqueda proporcione un atisbo de juego fluido. Sin ser el juego madridista sólido, menos aún fructífero, sí resultó suficiente para mantener a raya a un rival, como es el Valencia.

Pero Spasic, en un balón largo, de riesgo controlado, fue incapaz de hacer valer sus derechos para terminar regalándole el balón y una parcela en el área al búlgaro Penev. Penev no encontró motivos para compensar tamaña consideración y se limitó a aplicar a su remate el mayor grado de mortandad posible. Naturalmente, hizo el gol, tanto que fue suficiente para que al Madrid se le quebrara todo el andamiaje. Puestos en disposición de remontar, el triángulo Hagi-Michel-Maqueda se demostró fragil. Valía para un roto pero no para un descosido.

El signo del partido varió radicalmente. El Madrid era incapaz de sobreponerse a sus males que casualmente simboliza Spasic. El Valencia encontró alivio en el gol y terreno para la maniobra en el desfallecimiento del rival. Otra jugada aislada abonó el segundo tanto, por lo que el Valencia visitó el vestuario confiado en su suerte: no daba el Madrid sensación de fortaleza y la reciente estadística revela su incapacidad para darle la vuelta a marcadores adversos. Lo que sí es probable es que los jugadores valencianistas pensaran que no tendrían a Spasic enfrente en el segundo tiempo.

Pero Toshack mantuvo a Spasic. Fue su segunda concesión. Sentó a Maqueda y más tarde a Solana, pero Aldana y Villaroya no cambiaron el carácter del equipo si no suelen merecer la titularidad. Entendida la diferencia de dos goles como un abismo, el juego madridista se limitó a un ejercicio de dignidad (dominar por dominar, jugar para evitar la goleada) que convirtió la segunda parte en un trámite hasta el penalti a Butragueño y las expulsiones de Eloy y Hugo Sánchez. Fue otra jugada aislada. El agarrón a Butragueño se produjo en una acción sin peligro inminente, que no tuvo mayores consecuencias, salvo las de alterar al público y alertar a los valencianistas hacia una mejor conservación de su ventaja.

El Madrid demostró nuevamente que sólo funciona a medias cuando el viento le es favorable o la alineación presenta poco lastre. Y Spasic es un lastre. El Madrid sigue involucrado en una campaña inestable cuyo origen tiene varios protagonistas. Uno de esos es Toshack, amigo de la polémica, sea inducida o no. A Toshack ahora le aguarda en Madrid otra semana de pasion y un par de explicaciones pendientes a causa de una decision aparentemente gratuita. En el Madrid no agradan los técnicos equilibristas, que tientan la suerte o tensan el hilo. Eso hizo ayer Toshack al colocar a Spasic en la alineación.

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