Las víctimas de violación no deben ser "heroínas", según la fiscal del 'caso de Getafe'

La vista oral del juicio contra los dos presuntos violadores de Cristina C., a quienes denunció por haberla obligado a realizar el acto sexual en un retrete de un pub de Getafe en noviembre de 1987, concluyó ayer con la defensa de las conclusiones definitivas de los abogados de los jóvenes, de la chica y de la fiscal. Ésta recordó que no se puede pretender que las víctimas se comporten como heroínas. El abogado de uno de los jóvenes dijo que el relato de Cristina C. tenía "la verborrea propia del marqués de Sade". El juicio quedó visto para sentencia.

Los abogados defensores pusiero...

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La vista oral del juicio contra los dos presuntos violadores de Cristina C., a quienes denunció por haberla obligado a realizar el acto sexual en un retrete de un pub de Getafe en noviembre de 1987, concluyó ayer con la defensa de las conclusiones definitivas de los abogados de los jóvenes, de la chica y de la fiscal. Ésta recordó que no se puede pretender que las víctimas se comporten como heroínas. El abogado de uno de los jóvenes dijo que el relato de Cristina C. tenía "la verborrea propia del marqués de Sade". El juicio quedó visto para sentencia.

Los abogados defensores pusieron en duda la existencia real de la violación, ya que no habían quedado señales de violencia física. El letrado de Cristina C. mantuvo su petición de 17 años de cárcel para cada procesado, alegando que las coacciones en una violación pueden ser psíquicas y que "la mujer no pudo resistirse a la agresión por su embriaguez".La fiscal consideró que la mujer conoció a los procesados en la discoteca Lovely, en Getafe, y que decidieron trasladarse a un lugar más tranquilo con otras personas. Cristina C. entró en el lavabo del pub La Esquinita, hasta donde fue seguida por Juan Antonio Ruiz Cortizo, de 26 años, quien la violó. Posteriormente entró Eduardo Cubero Butragueño y la volvió a violar anal y vaginalmente. La fiscal afirmó que la mujer fue amenazada de muerte.

El abogado de Cristina C., Manuel Tuero, dijo al tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial: "Para los procesados, una mujer que, con el consentimiento de su marido, está sola en una discoteca, sale a bailar y acepta subir a un coche para que la lleven a su casa, está insinuando que quiere sexo".

Respecto a la posibilidad apuntada por los defensores de Ruiz Cortizo y Cubero Butragueño de que todo podía ser una invención, Tuero declaró: "Esta posibilidad es absurda, y absurdo, en derecho, es sinónimo de injusto". El letrado recordó que Cristina C. y su marido denunciaron la violación en la misma madrugada de los hechos, a pesar de que uno de los agresores amenazó de muerte a la mujer y a su hija si acudía a la policía.

Imposibilidad de la violación

Rafael Torres, abogado de uno de los procesados, inició la lectura de su informe recordando sentencias judiciales que indicaban que "los violadores buscaban parajes solitarios y sin testigos" e insistió en la imposibilidad de una violación de pie y con la ropa bajada. Sobre las declaraciones de los testigos aportados por la defensa -cuya veracidad había sido puesta en duda por el abogado de Cristina C. por haber sido realizadas en el mismo despacho y con idénticas versiones-, Torres dijo que la causa de este agrupamiento de declaraciones se debió a que se habían cerrado ya las diligencias policiales.Torres, que pidió la libre absolución para sus clientes, no se privó de repetir que el relato de la víctima tenía "la verborrea propia del marqués de Sade", y destacó la animadversión de la mujer y su marido, de ideología izquierdista, hacia los dos procesados, a quienes tachan de ultras y de camellos de cocaína.

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