Cartas al director

Hijos de la publicidad

Se quejan los padres, y con razón, de que la publicidad, y sobre todo la televisiva, les hurta de algún modo a sus hijos manipulando sus mentes para condicionarlas de forma obsesiva al consumo, sobre todo al de determinadas marcas, que son, en definitiva, las que se anuncian.A esto algunos lo llaman política de mercado. Habría que preguntar a estos próceres que cuando el hijo te sale rana, violador, esnifador de todo tipo de polvo, o simplemente ministro sin cartera, la pertinente responsabilidad habría que hacerla recaer sobre el medio familiar en el que ha crecido o, más correctamente, sobre...

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Se quejan los padres, y con razón, de que la publicidad, y sobre todo la televisiva, les hurta de algún modo a sus hijos manipulando sus mentes para condicionarlas de forma obsesiva al consumo, sobre todo al de determinadas marcas, que son, en definitiva, las que se anuncian.A esto algunos lo llaman política de mercado. Habría que preguntar a estos próceres que cuando el hijo te sale rana, violador, esnifador de todo tipo de polvo, o simplemente ministro sin cartera, la pertinente responsabilidad habría que hacerla recaer sobre el medio familiar en el que ha crecido o, más correctamente, sobre los señores que regentaban los diferentes canales, durante el periodo de formación, del ahora marginal y extraño personaje que tienes en casa y al que llamas hijo, por decirle algo, y al que no sabes ni cómo entrarle, no vaya a ser que te vaya a dejar sin televisión. ¿Cómo hablar a tus hijos de: palomitas de la paz, todos unidos contra el fuego, vivimos en comunidad, etcétera, si lo único que ven permanentemente en el cajón del teledesastre son madelmans, hombres de Harrelson, robocops y todo tipo de destrutivas armas?

Ya lo ha dicho la abuelita Colbert en el Festival de San Sebastián: "En mis tiempos no había tanta violencia; además, para un aprieto siempre teníamos a Clark Gable". Ahora, en cambio, en caso de apremio tenemos los efectos especiales. Vaya usted a saber qué es mejor-

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