Ivanisevic, el grito del éxito

El joven yugoslavo, nueva figura del tenis mundial

"Ivanisevic será el próximo campeón de Wimbledon. Y no sólo una vez, sino cinco". La frase, pronunciada en la última edición del prestigioso torneo londinense, corresponde al rumano Ion Tiriac, representante de Boris Becker. Tiriac pierde pocas apuestas y no acostumbra a bromear. Ivanisevic, tampoco. El domingo, el joven yugoslavo consiguió la Raqueta de Oro y Diamantes, su primer paso serio hacia el título de número uno.

Ivanisevic luce 1,93 metros de altura, 19 años de edad y un genio terrible. Srdjan Ivanisevic, su padre, reconoce esta peculiar arista en el carácter de su hijo, pero ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Ivanisevic será el próximo campeón de Wimbledon. Y no sólo una vez, sino cinco". La frase, pronunciada en la última edición del prestigioso torneo londinense, corresponde al rumano Ion Tiriac, representante de Boris Becker. Tiriac pierde pocas apuestas y no acostumbra a bromear. Ivanisevic, tampoco. El domingo, el joven yugoslavo consiguió la Raqueta de Oro y Diamantes, su primer paso serio hacia el título de número uno.

Más información

Ivanisevic luce 1,93 metros de altura, 19 años de edad y un genio terrible. Srdjan Ivanisevic, su padre, reconoce esta peculiar arista en el carácter de su hijo, pero es de los que piensan que mejor lobo que cordero. De no ser así, afirma el orgulloso progenitor, el chaval no poseería el más poderoso saque zurdo del circuito. "Los arranques de cólera forman parte de mi pasado", asegura el jugador una y otra vez, sin renunciar, pese a ello, a su marcado temperamento mediterráneo.La leyenda pronto ha encontrado en este atípico tenista detalles para glosar su fama de enfant terrible. Así, cronistas avezados afirman que Goran no sólo es proclive a destrozar su raqueta al más puro estilo McEnroe, sino que, después de una derrota impensable, es capaz de orinar sobre un cenicero o de escupir a su padre.

Los hechos, ciertos o no pero comentados en el circuito profesional, son simples notas a pie de página en el libro del carácter de Ivanisevic. Sin embargo, un simple repaso a su historia confirma que en esa delgadez, tras ese rostro sonriente, se esconde un grito áspero. A los pocos años de empuñar su primera raqueta, convirtió en algo habitual sus problemas con los árbitros. Las asperezas desembocaron en una sanción de tres meses de suspensión por su mal comportamiento en un partido contra Paul Dogger durante los campeonatos de Europa junior. Ivanisevic no era un niño normal. La forma en que celebraba cada punto, algo que no ha variado, anunciaba una fortaleza y un ambición inusuales.

El triunfo del yugoslavo en Amberes el pasado fin de semana fue la confirmación de su vertiginosa ascensión. En 1988, el año de su debú como profesional, Ivanisevic tomó la salida con el dorsal 371 en la espalda, puesto que ocupaba en la clasificación de la Asociación de Tenistas Profesionales. Poco más de un año después, en diciembre de 1989, apareció en el puesto 402. En la actualidad es séptimo, por delante del español Emilio Sánchez Vicario. La obtención de la Raqueta de Oro y Diamantes no fue un asunto baladí. Desde el nacimiento del prestigioso trofeo en 1982, al que se acude por rigurosa invitación, sólo John McEnroe e Ivan Lendl habían podido alzar la pesada y valiosa raqueta.

Primer triunfo

Ivanisevic ganó su primer torneo profesional en Stuttgart, el presente año, al derrotar en la final al argentino Guillermo Pérez-Roldán sobre tierra batida. En sus 18 meses de vida en el circuito, el joven ha mostrado una aptitud asombrosa para desenvolverse en las, mejores citas, los exigentes compromisos del Grand Slam. Así, alcanzó los cuartos de final del Open de Australia (1989) y de Roland Garros (1990), y las semifinales de Wimbledon (1990). En Londres, en el partido previo a la final, Ivanisevic y Becker emocionaron a la Princesa de Gales y al sesudo público británico con uno de los encuentros más intensos, espectaculares y disputados jamás visto. Pocas veces encontrará el alemán un servicio tan descomunal como el suyo.

La forja de un campeón

La forja de este campeón se inició hace 14 años. La estancia del padre, Srdjan, en Nueva York, para mejorar sus conocimientos como profesor de la Facultad Electrotécnica de Split, resultó decisiva para el futuro tenista. Allí, en una de las capitales tenísticas del mundo, Goran, con cinco años, manejó su primera raqueta. Nikola Pilic, actual capitán del equipo alemán de Copa Davis, pulió el tenis del chaval e intentó hacer lo mismo con su carácter, lo que no fue tan fácil. Sin embargo, los conceptos básicos de este deporte le fueron impartidos por Ladislav Kachar, un entrenador muy conocido en Split.

La familia Ivanisevic, consciente de las aptitudes del joven, sacrificó todo su capital para ponerlo al lado del mejor entrenador. Fueron varios los candidatos, entre ellos el checoslovaco Tomas Smid, pero, finalmente, el ofrecimiento fue para Balasz Taroczy. El húngaro rechazó la primera oferta, efectuada el año pasado en Gstaad, argumentando que tenía otra para hacerse cargo del equipo italiano de Copa Davis. Sin embargo, en cuanto vio jugar a su futuro pupilo, disipó cualquier duda.

Con Taroczy, Ivanisevic no sólo ha mejorado su juego, sino que también ha edulcorado su carácter y enriquecido su bolsillo. Sus 19 años no le impiden conducir un fastuoso Mercedes, adquirido con los más de 70 millones de pesetas que ha ganando desde su irrupción, arrebatadora y poderosa, en el circuito profesional del tenis mundial.

Archivado En